OCHO DÍAS INTERMINABLES
                      El
                     primer día de clase, esa mañana, llegué a la escuela normalmente, pero el cielo estaba oscuro, lleno
                     de tinieblas. Una tormenta terrible se avecinaba y con el pasar de las horas comenzó a llover torrencialmente, el viento
                     soplaba fuerte. En el momento más intenso de la tempestad llegaron los bomberos a la escuela para avisarnos que las
                     calles estaban cortadas y que afuera regia un alerta por tornados. Lo mejor sería quedarse allí y refugiarse.
  En la segunda jornada la borrasca no había cesado, estábamos
                     atrapados en el recinto escolar, todos teníamos frío, hambre y mucho miedo. Mis compañeros  lloraban,
                     en total éramos 22 chicos.
  Ya habíamos
                     pasado allí tres noches. Teníamos la ropa mojada y sucia y eso no ayudaba demasiado a la situación.
                     Elhambre era cada vez más penetrante. Quisimos salir pero la puerta estaba trabada con un árbol que cayó, 
                     el viento se hacía más fuerte y el agua ingresó adentro del colegio. Las ventanas se golpeaban contra
                     el marco, los vidrios se resquebrajaban y el torbellino estaba encima nuestro. Destruía todo a su paso.
  Amaneció por cuarta vez y seguíamos en ese espacio.
                     Ya había pasado lo peor. El huracán dejó destrucción a su paso, pero después, reinó la
                     calma. La casa educativa quedó en ruinas, mis compañeros mal heridos, yo con un brazo roto.  No tenía
                      noticias de mi familia. La única información del exterior la recibimos de una radio especial de un amigo
                     conectado a un satélite. Había ocurrido un terrible atentado en la ciudad de Paris, Francia. Además la
                     guerra se había desatado con Siria. Aquí fue  la furia de la naturaleza y allí la del hombre.
  Un sol brillante ascendió el quinto día. 
                     El agua lentamente bajaba, el viento ahora era una brisa que  casi no se sentía, porque era muy suave y ya no
                     llovía. Sigo sin saber nada de mis padres y abuelos  y eso me aterra.
                      Por
                     sexta vez el astro rey se elevó en el firmamento El día era soleado, sólo quedaban  rastros  de
                     la inclemencia del tiempo que pasó. Nosotros estábamos instalados en un hospital de emergencia donde me enyesaron.
                     Intenté llamar a mi familia pero no respondían. La buena noticia fue que pude comer un pedazo de carne de conejo.
  Entrando en la séptima alba supe que los míos 
                     estaban bien y pude comunicarme con ellos.
  Cuando logré
                     salir vi que se desarrollaba una  guerra sangrienta. Muchos países estaban involucrados y la situación
                     había llegado a Argentina. Supuse que al día siguiente  seguramente podría irme a casa.
  Amanecía y afuera de la escuela la situación era devastadora. Sombras, disparos y explosiones
                     me recibieron en mi ansiado retorno. Las ganas de ver a mi familia me dieron fuerza para afrontar ésto. Sentí
                     miedo, no puedo negarlo. Pero cargué mi mochila al hombro y escondiéndome detrás de los autos y arbustos
                     emprendí el camino a casa. Es ahí, donde vi un auto lleno de terroristas con rostros cubiertos que venían
                     hacia mí.
  -Hay un niño, gritan. -Agárrenlo.
  Escuché un silbido, alguien llamaba detrás de un arbusto.
                      -
                     Psshh psshh!!! Thiago, vení, te van a matar.
   En ese momento de miedo
                     y confusión, ring ring, sonó el despertador, ahí me di cuenta que todo fue un horrible sueño.