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 EL DUENDE
 Por: Fuego Negro
 
 En mi casa hay un duende. Es
                     un duende travieso. El mismo que esconde cosas: saca la tarea de mi maleta por las noches y se roba sólo una media
                     de cada par.Por eso, mi mamá siempre lleva
                     medias de diferentes colores.  Nosotros nunca supimos a dónde se iban esas cosas, pensábamos que simplemente
 se habían perdido. Hasta que un día yo llegué
                     del colegio e iba a empezar a hacer mis tareas,pero un lápiz
                     se cayó debajo de mi cama. Me agaché para mirar y vi una silueta de una criatura que se llevaba mi lápiz.
 Entonces, me puse pecho en tierra, me empecé a arrastrar
                     por debajo de la cama y de repente observé un destello azul por el cual,
 esa criatura misteriosa pasaba a través, en ese cuarto de segundo, pasaron tantas ideas por mi cabeza
                     hasta que me decidí ir tras él.En ese momento,
                     dentro de esa especie de portal, me sentí como si me estuviera alargando como un espagueti y aplanando como arepa.
 También sentí que viajaba en el tiempo y en
                     el espacio, hasta que llegué a un lugar muy colorido donde vi hadas,duendes,
                     dragones, unicornios y muchas otras criaturas mágicas.
 
 Y allí, me encontré al duende llevándose
                     mi lápiz como un gran tesoro. Le pregunté: - ¿Por qué te llevas mi lápiz? Él se
                     asombró al verme,
 y me pidió que le siguiera
                     rápidamente. Me llevó a una cueva donde había medias, aretes, tapas de ollas, zapatos, juguetes,
 pulseras
                     y muchos otros objetos de la vida cotidiana. Allí empecé a ver mis cosas:- ¿Tú eres quien esconde
                     todo lo que se pierde en mi casa?
 
 
 Sigue...
                     2da columna |  
 l me respondió asintiendo con su cabecita.- ¿Y
                     quién eres tú y dónde estamos? - Soy un duende y estamos en el mundo de las criaturas mágicas.
                     Yo lo miré con asombro: era pequeñito,
                     con orejas largas y puntiagudas, sus ojos eran grandes y su cuerpecillo de color intenso verde esmeralda. Le pregunté:
                     - ¿Por qué me trajiste tan rápido aquí? Y
                     él contestó con temor:- Tengo un problema, la primera ley de las criaturas mágicas es nunca traer a un
                     humano a nuestro mundo, por eso te escondí en esta cueva. En
                     ese momento me adentré más en la guarida; entonces, vi cosas muy elegantes como zapatos finos y joyas valiosas.El
                     duende, a lo largo del recorrido, me fue diciendo que él había viajado
                     por todo el mundo, tenía como su tesoro una media de Napoleón, una sandalia de Tutankamón, una brújula
                     de Cristóbal Colón y hasta joyas de un sultán de medio oriente. - Y podrías decirme ¿Por qué te le llevas sus cosas a las personas?Muy apenado, contestó:
                     - Las necesito para hacer manualidades. Pero me explicó que ya
                     era hora de volver a mi mundo, debía hacerlo rápido. Para hacerlo tendríamos que pasar por el portal
                     y atravesar el mundo mágico sin ser vistos. Nos
                     miramos, y le dije: Creemos un artefacto para ir por encima de las montañas y así nadie nos verá. Cogimos
                     la alfombra mágica del rey de Persia, unas tuercas y lazos, un manto tejido a mano en china y la turbina de un avión, y así creamos una especie de silla
                     voladora. Cuando despegó pensamos que íbamos a caer,   pero al final tomó vuelo y llegamos sanos y salvos al portal. Desde ese momento,
                     el duende y yo, nos volvimos los mejores amigos y todos los días cuando yo vuelvo del colegio le doy cosas para que haga sus manualidades y no vuelva a tomar las cosas de las personas.
                     Lo malo, es que hay otros muchos duendes como él...    
 EL DESEO DE AGRIPINO   Él estaba pensando en todo lo que estaba sucediendo.
                     Mirando las noticias y escuchando las personas sobre lo que pasaba en el planeta. Unos creían, otros no. Unos se alarmaban
                     y otros definitivamente no. Y él, ante toda esta situación, se sentía impotente y con anhelos de ayudar
                     a la humanidad y quitar la melancolía que sentía tenían las personas en todo el mundo. En ese justo momento,
                     deseó con todas sus fuerzas y todo su ser de la manera más solidaria y pura, algo que iba a cambiar el rumbo
                     de la historia por siempre. Lo que él deseaba era conocer el origen de todo este caos. Entonces un ser mítico
                     y generoso, una entidad omnisciente y omnipotente, le concedió su deseo.    A la mañana siguiente, Agripino,
                     se sentía extraño. No estaba en su habitación, estaba desubicado. Cuando alzó la mirada y en el
                     horizonte vio una especie de invasión alienígena, como la había visto en la película del día
                     anterior. Se acercó a ellos, discretamente, y con una mirada de extrañeza les pregunto que quiénes eran.
                     Los seres invasores, se sorprendieron y alertaron al verlo. Hablaron en un idioma extraño y lo capturaron en un tipo
                     de baba verde. Mientras lo encerraban, Agripino pidió alguna explicación, pero no obtuvo respuesta.    Pasaron muchas
                     horas, y lo llevaron por un tipo de desierto gelatinoso hasta que llegaron a un mega centro de excavación. Allí
                     entraron y lo trasladaron directamente a quien parecía su superior. Después de un tiempo, de intentar entablar
                     una conversación, los extraños seres lograron entender el español, ya lo habían escuchado antes.  En este momento, preguntaron: ¿Quién eres?
                     ¿Por qué eres así? Y ¿para qué vienes? Agripino desconcertado, respondió a sus preguntas,
                     rápida y concretamente: -	Soy
                     Agripino, no sé dónde estoy y tampoco cómo llegue aquí. No sé para qué vine. Y añadió
                     con profundo respeto: ¿Quiénes son ustedes?
                     ¿Y me podrían llevar a casa?   El vio como susurraban entre ellos en un idioma antiguo. En ese momento observó
                     alrededor y en las paredes había una escritura antigua que se parecía a la que había visto en su clase
                     de historia. Sin embargo, volvió a concentrarse en sus captores. Ellos le dijeron fría y secamente, te llevaremos
                     con nuestro rey, y él decidirá.   |  
 te momento, fue llevado a
                     las afueras de la edificación. Agripino miró de nuevo ese curioso bioma. Era algún tipo de superficie
                     viscosa, grasosa, gelatinosa y con poros. Más adelante en el camino, Agripino les preguntó a dónde iban. 
 Ellos le explicaron que estaban usando un medio de interconexión para pasar de mano a mano
                     hasta llegar al rey.  
 Paso mucho tiempo, caminaron mucho. Viajaron por el aire, y también nadaron, hasta que, en un momento,
                     llegaron donde su alteza. Lo llevaron a su majestad real y todos al llegar se arrodillaron ante él.  El rey también tuvo una gran cara de sorpresa. Y le dijo: Ya es hora de que conozcas
                     quienes somos. Le explicó que ellos eran un grupo de virus pequeños, pero no tanto, llamados por los humanos
                     coronavirus. También le explicó que el mismo rey tenía muchos más años, más que
                     cualquier persona o ser existente en el planeta, y que, en algún momento de la evolución, los coronavirus y
                     los humanos fueron primos, pero los humanos tuvieron suerte y lograron evolucionar, en tanto que ellos tuvieron que ocultarse
                     y así lograr subsistir. 
 Le reveló que ellos no eran malos, solo intentaban que su especie evolucionara y así por fin
                     estar en paz.Agripino preguntó por qué ellos les hacían tanto daño a las personas. El rey un poco
                     desconcertado le confesó: ustedes son muchos, además no les afectamos tanto en su vida cotidiana.  
 Agripino contestó: pero por
                     culpa de ustedes nuestro estilo de vida ha cambiado totalmente, ahora vivimos encerrados y con preocupaciones como ustedes
                     las tuvieron hace miles de años.  El rey
                     le indicó: Lamentamos que nuestra presencia sea motivo de tristezas y enfermedad, no queríamos hacer daño,
                     solo llegamos. Quisiéramos pedirle perdón a su especie, pero también mostrarles que no todo ha sido tan
                     malo, la naturaleza también ha podido recuperarse del impacto de los seres humanos en el mundo.  
 Agripino les preguntó, ¿cómo
                     podemos hacer para que ustedes no les hagan más daño a los humanos y podamos subsistir en armonía? Ya
                     viene la vacuna y posiblemente los extermine.  No
                     te preocupes, lo sabemos. Solo queríamos compartir este momento, sabemos que les hacemos daño y esto también
                     nos pone tristes.  De ahora en adelante, progresaremos
                     lejos de la humanidad, estableciéndonos en seres vivos en los cuales podemos coexistir sin dañarles.  
 De repente, Agripino abrió
                     los ojos y se dio cuenta que todo había sido un sueño, se vistió y lavó sus dientes, prendió
                     la televisión para ver noticias y vio que los contagiados y enfermos por el Covid ya estaban aliviados y parecía
                     como si el coronavirus ya se hubiera desaparecido de la faz de la humanidad. En ese momento, Agripino, se dio cuenta que no
                     fue del todo un sueño.  |