"Salvar la Tierra, nuestra verdadera patria,
para sostener la vida" y "Vivir en Paz" para alcanzar la gloria. Eso son los retos que debemos asumir de manera
urgente.
Decimos que amar la naturaleza nos posibilita entender en su magnitud, lo que ella nos ofrece para beneficio de
la vida, pero no obstante, la popularización de la "Ecología" y de los temas ambientales, aún
seguimos siendo irresponsables frente a ella y como consecuencia de tales conductas, la alteración de los ciclos de
la materias y de la energía con la consiguiente degradación del patrimonio ambiental de la "biosfera"
nuestra casa en el planeta Tierra, estamos poniendo en riesgo la supervivencia de las especies vivas que la habitan, incluyendo
al Homo sapiens Decimos que amar la vida y al prójimo nos posibilita transitar en
paz y armonía con los demás pasajeros de ésta nave en la que existimos, sin embargo, continuamos comportándonos
como bestias primitivas, utilizando cualquier forma de violencia para zanjar las diferencias conceptuales sobre quien tiene
la razón para escoger el camino a la utopía y en esa lucha fratricida, seguimos reeditando las mismas páginas
de sangre, como si no hubiese sido suficiente con la que ya se ha derramado desde los albores de la humanidad. Ante tales procederes, como seres inteligentes y ciudadanos del mundo, estamos obligados a tomar todas
las acciones que sean pertinentes para evitar que nuestro planeta llegue a una situación límite; pero dado el
caos existencial en el que estamos inmersos, esta es una tarea que requiere de mucha imaginación. ¿Cómo
hacer para que la especie humana respete las leyes de la naturaleza? ¿Qué gestiones debemos adelantar para recuperar,
conservar y aprovechar los recursos naturales de una manera sostenible? Pero, sobre todo, ¿Cómo promover un
nuevo estilo de vida que nos permita vivir en armonía con la naturaleza y entre nosotros mismo? Por lo mismo, tal como lo hiciera en mi anterior texto "Epístolas de la Madre Tierra" donde abordé
el tema de la evolución de la Tierra en versos, como una estrategia de educación ambiental, en esta ocasión,
acudiendo a la "hipótesis Gaia" propuesta por el científico, meteorólogo, ecólogo inglés,
James Lovelock en 1969, quien planteó que, la biosfera se comporta como un todo armónico viviente que se
autorregula como un sistema cibernético en busca de un entorno físico y químico óptimo para la
vida en el planeta1, me he puesto en nombre de esta diosa griega de la Tierra, Gaia, cómo protagonista de este poemario,
llamar la atención sobre el papel que la especie humana ha cumplido, desde sus albores hasta el presente, en la administración
del patrimonio ambiental que ella nos regaló para el disfrute nuestro y así, al tener conocimiento del mal comportamiento
que hemos tenida con ella, cambiemos de actitud y comencemos a actuar en consecuencia: "Salvar la Tierra, nuestra verdadera
patria, para sostener la vida" y "Vivir en Paz" para alcanzar la gloria. Eso son los retos que debemos asumir
de manera urgente. Este texto, un ejercicio de síntesis e interpretaciones de una
minuciosa lectura investigativa sobre numerosas obras de las ciencias básicas, formales, aplicadas, de religiones,
documentos y videos, que tratan sobre la génesis de la Tierra, el origen del hombre, su evolución a través
de las edades en las que se ha clasificado la historia; redactado en forma de disquisiciones que la diosa Gaia le dirige a
la persona de Adán, como representante de la humanidad, pasando por las diversas actividades humanas, que desde sus
principios, hasta el presente, han y siguen afectando el patrimonio ambiental del planeta. Este
poemario, DISQUISICIONES DE GAIA, TU MADRE TIERRA, está compuesto por estrofas enumeradas y agrupadas con subtítulos,
que van hilvanados al contexto histórico y geográfico en el que se desarrolla el contenido. En él, he
insertado apartes de varios de mis cuentos y poemas ecológicos escritos en mis libros ya editados: "Aun me sobra
tiempo" en 1992, "Serenata para un árbol moribundo" en 2007; "Un toque de alarma" en el 2010
y "Epístolas de la Madre Tierra" en el 2013, en los cuales ya venía dándole cuerpo al tema
central del presente texto, en el que además, de hacer un llamado de atención a los seres humanos, planto el
interrogante: ¿Qué podemos hacer para salvar la Tierra? Serafín Velásquez
Acosta
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¡Hola Adán!
Pasajero sempiterno de mi nave soy Gaia, la diosa griega de la Tierra
La incorpórea deidad primigenia la misma misteriosa divinidad que las antiguas civilizaciones derivadas de tu árbol
genealógico llamaron con innumerables nombres Tiamat, Inanna, Ninsuna, Asera Astarte, Maa Durga, Umai, Nerthus, Ragana, Baba Yaga Amalur, Afrodita, Gea, Rea, Venus, Isis, Yemaya, Coatlicue, Akna, Papatuanuku y Pacha Mama
Soy la esencia inmaterial de la energía Una dimensión
espiritual que les da origen a las formas e integridad armónica viviente Soy obra maestra de la Suprema Matriz de
la Creación y como tal, aunque pueda restablecer el orden que desde tus albores has venido violentando en este oasis
espacial en el que viajamos te invito a que me ayudes a restaurar sus sistemas averiados
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