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Leer a ANA CECILIA BLUM, Es sentir su corazón palpitar  en cada letra, en cada verso, en cada estremecimiento de su pluma, y experimentar  temor de llevar esos latidos a una página web sin perder un nanosegundo de su preciosa existencia. Ejerce su lira una fuerza sensorial tal,que si bien sacude todos los sentidos materiales,también se convierte en experiencia existencial que estremece las fibras más íntimas del ser espiritual hasta hacerlo entrar en órbita llevado por la fuerza gravitacional de sus sentimientos-* ----"LEVÁNTATE Y ANDA...,Convéncete/ estás sola con tus carcomas/, nada cambia, ni siquiera los altos / decibeles de tu grito...,SUPERVIVENCIA / Cualquier trabajito que compre y fermente// el ser en las noches bohemias, POETICUS/ Escribo, porque todo en mí es un desencuentro:/los terminales se mudan, las calles cambian de nombre/y nunca atino estaciones, horarios o trabajos, retornos o partidas./​​Escribo, porque aunque duele, no duele tanto./Escribo, para llenar los cántaros/limpiar los espejos,/empuñar los espacios,caminar los laberintos./ Escribo, para no morirme de pena/por eso escribo...""¿Quién sembró la angustia en las llanuras de tus ojos como el adorno de un dios?  le  hubiese preguntado Vicente Huidobro en su  Canto I, Altazor. "Yo, que canté sobre las blanquísimas criptas de tus bardos.Yo, que cuidé del moho los ojos​ ​tu masa cotidiana.​ ​Yo, que anduve recogiendo entre mis voces​ ​a tus vástagos."​ Hubiera contestado  desde su CIUDAD​. ​Bienvenida al Mundo de Uniletras.Joseph Berolo. 

Ana Cecilia Blum

Ana Cecilia Blum

 

 

Ana Cecilia Blum. (Ecuador, 1972). Poeta y ensayista. Estudió Letras Hispánicas en Estados Unidos y Ciencias Políticas en Ecuador. Autora de los poemarios: Descanso sobre mi sombra, 1995; Donde duerme el sueño, 2005; La que se fue, 2008; La voz habitada (Co-autora), 2008; Libre de espanto, 2012; Todos los éxodos (Antología Personal), 2012; Poetas de la Mitad del Mundo, Antología de Poesía escrita por Mujeres Ecuatorianas (Co-Antóloga), 2013; Áncoras, 2015; Donde habitan las palabras, 2017. Ha sido invitada a leer su poesía en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, dentro del marco del encuentro literario La Pluma y la Palabra en Washington D.C.; ha participado en varios festivales literarios en América y Europa. Actualmente es editora de la gaceta literaria Metaforología. Es una sobreviviente de poliomielitis.

 

 

EL TRAJE

 

Este traje que llevo

no me lleva.

 

Me cargo sola

sin atavíos textiles.

 

No soy sus hilos,

sus trazos o las tijeras

que lo hicieron.

 

Este traje es piel

que no reconozco,

es pellejo que cubre.

 

Adentro hay otra,

ajena a sus costuras.

 

Este traje no es mi cielo.

 


 

ME LEVANTO

 

Oficio la liturgia de la llama

en un renglón viene hacia mí

la vida, acaso también la muerte

 

luces gotean sin fatiga

bebo de mi voz

la boca es un incendio

 

y un poema se incrusta

en el tronco del secuoya

que sobrevive al fuego

de la ira.

 

 


 

ADENTRO

 

Se buscaba por dentro. Se buscaba.

~ Juan Ruiz Peña

 

 

Ruidos de mí salen a traspasar el alba,

ese andén de la penumbra

que no sabe ser noche o día, indeciso

en la primera luz de la ruptura.

 

Sendero de huida hacia el crepúsculo

enredado entre las hebras

de un corazón meciéndose de miedo.

 

Buscarse en los zapatos

que no volvieron a mirar,

en la mano que fecundó el adiós.

 

Hurgarse como hurgar tierra

y encontrar

los gusanos que una estación antes

habían sido

hojas de fronda, coloridas,

ahora solo el odio repetido,

hallazgo de enfado que viene

de la infancia. 

LA NOCHE ES EL ESPEJO

 

Y en el espejo está el relato,

un andar las arcillas

de todo lo que fuimos

todo lo que no fuimos

por intención por desidia.

 

Vamos

hacia los filones del pasado,

costumbre sombría de los pasos

cuando es de madrugada

y el desvelo un alevoso.

 

Es la noche, su dominio,

ases guardados

en la manga oscura,

barajas en los cristales

refractarios,

hasta que uno vuelve

a encontrarse,

fundirse

con la repetición del sol

y sus disfraces.

 


 

RITUALES

 

Recoger botellas de vino en la mañana

y esperar en su vacío las respuestas.

 

Apuntar más de un verso

en las pupilas de mi gato,

el ritmo en sus pasos de pantera.

 

Retornar al río hijastro del deshielo,

a la tarde detrás de las lomas coloradas.

 

Hundir los dedos en la nieve,

perder el tacto de los días.

 

Voltear hacia el desierto

desempolvar al dinosaurio

dejar que sobreviva de mis huesos.

 

Caminar la yerba seca de los filos,

lo perdido en las orillas.

 

SER DE AIRE

 

Torbellinos entran

y salen de esta casa-cuerpo

a cualquier hora.

 

Vórtices

me arrastran a otros mares.

Corrientes

colman mis alforjas de otra arena.

 

De vendavales se hace mi trayecto.

De tornados mi memoria.

 

Todos los huracanes del mundo llevo adentro.

 


 

EL NOMBRE

 

Repetir un nombre.

 

Un nombre

como una piedra en la espalda,

una piedra enorme

que no cae al suelo.

 

Un nombre

como una mancha en el pecho,

una mancha persistente

que no se altera.

 

¡Ah! un nombre,

absurda urgencia

de asirse a un nombre

aun

cuando se va muriendo.

COLISIÓN

 

Subir las escaleras,

abrir la puerta

y encontrarse con el mar,

la luna llena,

el firmamento.

 

No.

No se encuentra lo que se quiere.

Se encuentra otra cosa.

 

El rocío eterno de la soledad servido

en vajillas

o

colgando de  las paredes.

CIUDAD

 

«Yo te amo ciudad...

aunque soy en tu olvido

una isla invisible...»

(Gastón Baquero)

 

Me diste un rostro ciudad.

Me amasaste de la sombra.

Me hiciste verso de calle

en los fogones del asfalto.

 

Ninguno de mis pasos atiza hoy tus bordes,

ciudad,

ya no soy el pan bueno de tus manos,

ese crío fiel

que ofrecías a los parques, las estrellas,

las esquinas.

 

Mi nombre es ahora tronco abierto irreparable, ciudad,

prolija en chupar desde la amnesia

los huesos del peregrino,

ligera en atravesar con sus colmillos

a quien no ancla.

 

Yo, que canté sobre las blanquísimas criptas

de tus bardos.

Yo, que cuidé del moho los ojos

tu masa cotidiana.

Yo, que anduve recogiendo entre mis voces

a tus vástagos.

 

Quisiera ser otra vez la casita colorida

que cuelga de las peñas,

la balsa de acuáticos jacintos

sobre el manso río,

el manglar que se estira resuelto

en los pantanos.

 

Y solo soy en tu boca

los despojos del apóstata, ciudad,

en tus registros un poema ya borrado

y solo soy en tu olvido una isla invisible

que te mira

y te extraña

desde lo acre

de todas las distancias,

esas

que en el zócalo del ausente

son siempre

agujas tan cercanas.

 

 

(Poema homenaje a Gastón Baquero en el centenario de su nacimiento para el XVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos celebrado en Salamanca en octubre del 2014)

LA CARTA

 

El café está listo

humeante,

otro día

zozobra de pies sobre el mármol frío.

 

Uno se niega a los afanes de incendiario,

decide mojar los cerillos,

vender a descuento la bencina,

abrir la ventana

y dejar que la mañana cure

los malos pensamientos.

 

Los esfuerzos son vanos

para qué engañarse,

pronto se devuelve a uno mismo

-el ser de siempre-

el que termina buscando el fuego

con la pluma en la mano

escribiéndole esa carta a Ella

invitándola a vacacionar en los pantanos.

 

El café humea,

se sostiene la taza

como la última esperanza,

pero una taza de café en la mañana es otro día,

otro año que resbala en occidente,

la insistencia en las rutas del retorno,

el terror a la reiteración de los espejos,

este cansancio hacia la vida.

 

Francamente

todo habla en la taza de café por la mañana,

se empuña el esfero con la sangre,

se rinde al acoso de los dioses,

se decide finalmente

poner firma poner sello

y enviar esa carta.

LA CANCIÓN DEL CAMINANTE

 

Ascienden

las urgencias del éxodo,

los sueños del caminante,

soles sobre el hombro,

lunas en la boca abierta.

 

Olvidar esta máquina

que jamás podrá recorrer

las florecillas de la tundra,

o descubrir lo que el puma de montaña

al olfatear el viento,

¿acaso osará descifrar las profecías ancestrales

del búfalo blanco?

 

Me esperan

los bríos verdes de húmedos bosques.

El temblor azul de ríos y de mares.

Los tórridos valles de la muerte.

El ojo tieso de los lagos congelados.

Saguaros como soldados erectos

atacando el ocaso.

 

Hay tierras que terminan

donde empieza la jornada.

Hoy lo entiendo.

 

Soy ahora el caminante,

NOSTÁLGICA

 

Son las seis de la tarde y no hay nadie a quién decirle

venga para tomarnos una taza de chocolate con rosquitas.

 

El portal está escrito con los relatos del bisabuelo,

cuentos de aparecidos que iluminaron la infancia.

 

Las sombras crecen en las jorobas de la noche,

los coyotes muerden el tesón del viento.

 

Un tren en la distancia, yo soy ese tren,

descendiendo  las crestas de cañones.

 

 EL JUBILADO

 

Esa mañana, cuando la luz se metía

entre las bancas, a través de los álamos

en el parquecito de Santa Fe

frente a la Basílica de San Francisco,

el jubilado me dijo

que a veces uno no desea morir

-sólo a veces-.

 

Cuando el esqueleto se despierta sin quejas

y en la terraza el sol entiende la piel de la vejez.

 

Cuando el menú del día está sabroso,

la pensión llega a tiempo, completa,

y la casa no insiste en caerse a pedazos.

 

Cuando la memoria recuerda solamente lo bueno, lo bueno;

los hijos vienen de visita,

los nietos cuelgan de la alegría, abren la nevera

y se comen hasta la soledad.

 

Cuando uno reposa contento, encantado

en las tintas de un buen libro,

o en los andamios de una gran película,

y entonces no hay apuro para encontrarse con Dios.

 

Cuando el día está bonito, sí, bonito

y no importa si el gobierno entero se va al carajo.

 

Eso, me dijo el jubilado,

en el parquecito de Santa Fe

frente a la Basílica de San Francisco,

que a veces uno no desea morir

-sólo a veces-.

LA CASA RENTERA

 

Hay un lisiado rentando el piso alto de la casa,

un lisiado que se emborracha por las noches

lamenta sus piernas débiles y sus manos chuecas.

 

Yo lo ignoro,

mientras pague las pesetas justas

para comprar las caretas,

poco me importa su llanto.

 

Salgo, camino estirada, presumo:

botas de tacones altos -para disimular la pierna corta-

un abrigo largo -para esconder el declive de las vértebras-

guantes negros -para cubrir los dedos secos-

 

Casi modelando voy por la calle,

con un maquillaje perfecto,

un pelo perfecto,

a simple vista todo en mí es perfecto.

 

Pero adentro, de regreso, en la casa,

un fastidioso lisiado habita

y es, un inquilino perpetuo.

DESPUÉS DEL VERANO

 

Agosto: los arces -resignados-

empiezan a perder sus verdes.

 

Septiembre: del verde ha nacido el fuego.

Desfile de rojos en las ramas.

 

Octubre: el viento se viste de hojas secas

-camisa y pantalones de hojarasca-.

 

Noviembre: en la desnudez del bosque

el frío establece sus moradas.

 

Diciembre: la muerte es blanca.

EL INDIGENTE ALLÁ AFUERA

 

Aquel hombre

le exige un milagro a la noche

mientras lleva su casa a cuestas

en un carrito de supermercado.

 

Largo, descuidado, sucio,

con el mismo suéter verde desde hace un siglo,

verde-desteñido, verde-quebrado, verde-triste.

 

Hasta acá puedo olerlo.

Hiede a desconsuelo,

a calle pa' arriba y pa' abajo,

a centavo tirado en el piso,

a noche sin techo,

a basura vieja de país rico.

 

Maldice una botella, luego la besa.

Se escucha una carcajada, después un gemido.

DESPUÉS DEL OCASO

 

Cuídate de la noche,

 

no te le acerques demasiado

es capaz de capturar tu aliento

en su cueva de roca negra.

 

Cuídate de la noche,

 

nunca la mires de frente

sus mil ojos con pupilas de asterisco

quieren encantar cada uno de tus pasos.

 

Cuídate de la noche,

 

ella va a enamorarte y tú vas a sufrir

porque no podrás entender su corazón blanco que:

se achica, se agranda, se redondea, se esconde, se eclipsa.

 

Cuídate de la noche...

 

 


 

EL TIEMPO NOS HIZO DIFERENTES

 

Ya todo es ajeno,

yo misma soy otra.

 

Cada cosa tan pequeña,

nada es como el recuerdo.

 

La casa familiar

es solo una casita.

 

Mi cuarto:

cuatro esquinas que se juntan.

 

El jardín:

minúscula geometría de tierra seca.

 

No siento nada mío:

ni al barrio con su bulla de acero,

ni el aleteo de los viejos libros,

tampoco la música de Long-Play que me dejó el abuelo.

 

Mi vida antigua se ha borrado,

sílabas

que no retuvieron las paredes.


El 19 de enero de 2018, 20:18, teresita valcheff <teresitavalcheff@yahoo.com.ar> escribió: Siento una gran alegría de que nuestra UNILETRAS reciba en su seno de madre que abraza con amor a tantos escritores del mundo, a Ana Cecilia Blum, poeta mayor y ensayista de nuestro país hermano, Ecuador que a no dudarlo, nos enriquecerá a todos con su saber y  las hondas vibraciones de su lira. Bienvenida!

El 20 de enero de 2018, 5:28, Maria Miraglia escribió:
Bienvenida Ana Cecilia ​a Naciones Unidas de las Letras. Un abrazo po​ético de Italia.
Maria Miraglia


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Los Derechos de Autor de todos y cada uno de los escritores  publicados en este portal están protegidos por estatutos y registros editoriales internacionales. ©®

LEJOS DE LO URBANO

 

Adentro, en el bosque

junto a los lagos, sobre la arena,

despiertas a media noche

bajo el conjuro de la vía láctea,

ves la marea empinada de los astros

abrazando tu cuerpo,

cortando el silencio de tu sueño,

salvando tu existencia.

 

 

LEVÁNTATE Y ANDA

 

Convéncete

estás sola con tus carcomas,

nada cambia, ni siquiera

los altos decibeles de tu grito.

 

Nadie vive en tus males,

nadie para cosechar tus atrofias,

nadie para cargar tus olas secas.

 

Invoca a Lázaro,

renuncia al abrazo de las áncoras.

 

SUPERVIVENCIA

(Para escribir)

 

Cualquier trabajito que apenas espante el hambre

y nos deje para comprar libros, música, ajenjo

y el tiempo para salir a vagar con la metáfora

y la libertad para contemplar el ancho camino de la

                                                     / hipérbole.

 

Cualquier trabajito que compre y fermente

el ser en las noches bohemias,

conducta necesaria que exige el poema

para madurarse.

 

DE "LIBRE DE ESPANTO" (2012)

 

 

POETICUS

 

Escribo, porque no puedo pelear batallas con mis manos

y el lápiz -a veces- apunta mejor que la escopeta.

 

Escribo, porque el verbo escribir suena a única certeza,

y es ruta sin distancias, y es cuerpo sin virus.

 

Escribo, porque la hoja en blanco es un gato feral

y debo recogerlo, alimentarlo, darle guarida, amarlo.

 

Escribo, porque los adjetivos acechan y cuando matan,

también dan vida; porque el lugar común no me asusta

y lo que se ha dicho mil veces, igual salpica su encanto.

 

Escribo, porque todo en mí es un desencuentro:

los terminales se mudan,  las calles cambian de nombre,

y nunca atino estaciones, horarios o trabajos, retornos o partidas.

 

Escribo, porque aunque duele, no duele tanto.

 

Escribo, para llenar los cántaros,

limpiar los espejos,

empuñar los espacios,

caminar los laberintos.

 

Escribo, para no morirme de pena.

Por eso escribo...

CONFESIÓN

(El periodista pregunta "¿Cuándo escribe la poeta?" y Ella responde)

 

La Poeta escribe

cuando el mar insiste vivir en la boca,

los gritos precisan multiplicarse en el espejo,

la penumbra camina desnuda en la morada.

 

Escribe cuando habla con sus gatos,

sus plantas, sus libros, sus películas.

 

Escribe cuando besa, cuando ama,

ríe, sueña, trisca, imagina, dormita.

 

La poeta escribe cuando escribe.

Todo el tiempo. En papel o en aire.

 


 

LA ETERNIDAD DE LA TINTA

 

Todo lo diluye la tinta:

la zozobra, el futuro,

el otro que habita adentro.

 

La tinta te eleva, te suaviza

te hace pluma de pajarito

pelusita de gato en el aire de la mañana

realidad sin sentencia

manos que conversan

espantos que se extinguen.

DE "DONDE HABITAN LAS PALABRAS" (2017)

 

 

 

LA CANCIÓN DEL DESTINO

 

Lo que cuenta el poeta a las piedras está lleno de eternidad.

Y ésta es la canción del Destino, que tampoco olvidan las estrellas.

León Felipe

 

El poeta vivirá en la memoria de las piedras

jamás en la del hombre,

porque aquello que el hombre recuerda

tarde o temprano olvida

y lo que olvida no retorna a la tierra

muere en el viento.

 

El poeta buscará las piedras,

en ellas harán hueco las gotas de sus versos,

en ellas hará estampa  la grafía de su aliento.

 

La persistencia del poema es el anhelo,

ni el nombre, ni la pinta, ni la fama,

solo el canto que se entrega al universo.

 

Así, lo que el poeta quiera decir

se lo dirá a las piedras,

estas hablarán con los árboles,

en el fruto el árbol guardará las palabras,

los pájaros picarán del fruto

y se encargarán de esparcir la semilla,

la semilla caída en la tierra será

principio estelar a través de los milenios.

 

La memoria de las piedras jamás es vencida por el tiempo,

y ésta es la canción del Destino.

 

El destino del poeta.

LA PARTIDA

 

Pronto dejaremos esta casa,

las lilas que nacieron sin sembrarlas,

el tomate que plantó la abuela

cuando estuvo de visita,

y los robles viejos

de hojas pequeñitas.

 

Nos marcharemos -ya poco falta-,

el hogar será el inmueble solamente,

una cosa en venta,

una cosa en el mercado.

 

Cuartos vacíos

sin aromas sin libros sin cenas sin oficios.

 

El hogar será

el ladrillo del olvido.

DE "ÁNCORAS" (2015)

 

 

ANCLA EL PRETÉRITO

 

Frecuentar las sillas que dejamos,

los pájaros encuentran allí la tarde.

 

Saber si en el patio nos espera

el juguete,

los árboles que trepamos

y esos frutos

que no quisieron

madurar.

 

Buscar el columpio

en la distancia de otros soles,

hallar sus asientos vacíos

de risas de vuelos,

palos vencidos

ante el peso

de las estaciones.

 

Tantear el agua turbia

guardada en el aljibe,

atisbar en el fondo

las ruinas de la casona

y descubrir que

nada conserva

tus ojos de niño.

QUE LA CIUDAD TE DEVORE

 

Inicia el ceremonial de los pies descalzos:

restriégate los ojos,

sacude la cabeza,

busca el espejo,

luego el café.

 

No hace falta decir que es otro día,

las calles,

la parada del metro,

el quiosco de las mentas y el diario,

las notas de un violín desde la esquina

reclaman tu tránsito.

 

No te rindas,

busca los zapatos,

el maletín,

la sombrilla,

el libro que mitigue la embestida.

 

Concluye el rito,

la ciudad te espera

y tiene hambre.

TESTIMONIO

 

Ahogar entre líneas el espanto,

arrimarme a Los Tenores

y beber un Cabernet

viejo

como el color del arcoíris,

entintado

como la vida del poeta.

 

Yo solo soy

en la constancia de los versos.

POSESIÓN

 

Nada es nuestro.

Siquiera la sombra

que se hace de uno mismo

con sus infinitos verbos mudos.

 

No son nuestros ni el poema

ni la tinta que lo escribe,

tampoco la tierra en que se nace

en la que se morirá.

 

Sin ofrendar la huella

nos vamos diluyendo

hasta convertirnos

en vapor de día frío

libado por el espacio.

LAS ÁNCORAS DEL PADRE

 

Ascos en el recuerdo,

el abandono como un machete,

las cuatro monedas en el piso,

los trapos raídos el obsequio.

 

"Se pudrirá en las llamas del infierno"

sentencia la abuela,

agarrada de su bastón y su escoliosis.

 

Los fuegos infinitos no me sirven,

 

yo quiero arrancarme los genes 
en esta vida, devolvérselos.

 

 

Tenga: aquí está su mitad.

 

Despegarme

del paladar el apellido

y del rostro

el atavismo de los gestos.

 

Evadir hasta la más mínima

semblanza.

 

Que me pesa su estirpe.

Que me libro ahora.

Que ya no estos fierros.

BOHEMIA

 

Las noches en el vino.

Alas extendidas

en la música de fondo.

Ojos abiertos hasta el alba.

La boca en silencio o en palabras.

 

La bohemia nos salva.

EN EL ESPEJO

 

Hay pruebas -manchitas-

de todos los soles que crecieron

en la espalda y en el pecho.

 

Laterales a los labios

las líneas testimoniales

de risas prolongadas

y en la frente

el color de los glaciares

creciendo del flequillo.

 

Pasa todo ante el espejo:

la cola del hijo-gato en la pupila,

el súbito reflejo del ser amado.

LA JORNADA

 

Fieras gigantescas.

Filos de acantilado.

Falsetes de sirenas.

 

Que llegue yo liviana,

en vuelo, en brisa,

en barca de luna,

en gota de cielo.

 

Que sea yo Penélope y Ulises,

la jornada y la Isla.

 

Que sea yo el nácar, el coral, el ámbar.

Que sea mi talego la advertencia de los sabios.

 

El destino no, el camino. Ahora lo comprendo.

 

Un telar yo soy, un telar yo llevo.

(Por Cavafis y su maravillosa Ítaca)

MÍSTER MERLOT

 

Inúndame de levedad. Acuéstate, estírate, riégate.

 

Contigo no importa de dónde vengo, hacia dónde voy

o de las hojas secas que están hechos los huesos.

 

Camino en el silencio del hielo,

nada hiere, nada molesta,

nada acusa, nada quema, nada persigue.

 

Casi no siento mi cuerpo y me encanta.

Todo es etéreo y no arrastro

atrofias de acero.

DEL RETORNO

 

Hay calles que te llaman,

vidas que te llaman,

metáforas que quieren coagular tu nombre,

y una casa, en ruinas, pero tu casa.

 

Ya es hora de ordenar los versos,

desempolvar la biblioteca,

devolverte a la quietud de la palabra.

 

No temas, que el retorno

jamás te quitará los elefantes,

la ballena, el oso pardo,

la montaña, el tornado, los saguaros.

Ellos, serán siempre en la memoria.

DE "LA QUE SE FUE" (2008)

 

 

LA QUE SE FUE

 

Camina en otras calles.

Sucumbe en otra lengua.

 

Lejos de su casa,

escoltada por el anonimato,

con la alforja vacía de país y herencia

asiste

al velatorio del espejismo.

 

Entre los monumentos de la muerte

ha olvidado:

de qué savia está hecha su sangre,

de qué oficio se yerguen sus huesos.

 

No quiso retornar cuando pudo,

es tarde

para alcanzar las carabelas.

 

Lo que dejó

se lo comió el apetito de la ausencia.

 

Volver al mismo mar

es volver al desencuentro.

LAS NIÑAS BIEN

(Puerto de Manta, playa El Murciélago)

 

Con la nieve asoman

las mañanas junto al mar de Manta

cuando el colegio apestaba

y nos íbamos

a patear las olas

entre sorbos de ron.

 

Debajo de las palmeras

los quiosquitos fueron

cocos inmensos

y las chicas de colegios nocturnos

que allí atendían

nos regalaron

el ojo de la envidia.

 

Si acaso hubiesen sabido

que detrás de nuestro buen nombre,

detrás de nuestras risitas

y poses de clase,

adentro, en las mochilas caras

se agazapaba la miseria.

 

Allá en el Murciélago

hicimos juramentos de olas:

largarnos algún día.

 

Ahora, lejos

en estos campos de greñas gélidas,

recuerdo esas arenas calientes

donde el sol se divertía

y nosotras nos pasábamos

el último cigarrillo...

 

RENUENTES

 

Ellos conservan

el rumbo de la costumbre.

 

Me han contado que salen

a las horas de siempre.

 

Por las mañanas al trabajo,

retornan, hacen la siesta

y se apuran a buscar atardeceres.

 

Suben,

bajan de los buses,

atienden conciertos,

cines, recitales.

 

Se sientan en algún café,

sacan la pluma,

conciben los hijos de las calles.

 

Pobrecitos mis zapatos viejos

 

ellos aún no entienden

que me he marchado.

 

 


 

EXPECTATIONS

 

La mala hierba

crece en todas partes.

 

A veces

el fuego de la razón llega

y la extermina

 

pero hay rituales

que nunca mueren

 

y entonces

la mala hierba

vuelve a crecer.

 

ROAD TRIPS

 

El viento, viene corriendo entre los árboles.

 

Valles gigantescos, autopistas larguísimas.

Rocas fálicas, rocas suaves, rocas brutales,

rocas osadas balanceándose en otras rocas.

 

Millas de cielos inmensos, 

cañones errantes,

monolitos de arena roja,

alturas graníticas, esculturas suicidas,

glaciares milenarios,

islas de pinos, jardines silvestres,

rutas amadas por el sol.

 

Presencia indómita

diminuta, enorme,

reverente, peligrosa.

La ardilla, el puma, el oso,

el ciervo, el búfalo,

el propósito del pájaro carpintero.

 

Imperios que ya no existen,

ciudades vivas, otras ya muertas.

Lugares que nunca antes vimos

y que tal vez no volveremos a ver.

 

Cronistas de kilómetros,

acampamos

sobre la huella del dinosaurio,

escalamos

nevados con los ojos,

entramos

a ese nudo de abedules, sauces, robles que es el bosque

pero que también es uno mismo

y entonces al tocar la tundra,

el paisaje como siempre, nos hizo

tragar las palabras.