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Lucia Susana Reggio de Coggiola
 24-02-1956
Moreno 75- Ceres
Bachiller en letras, "Escuela Normal José Maria Torres" de Paraná (Entre Ríos)
Profesora de lengua italiana, Instituto Nacional de Profesorado Secundario Paraná (Entre Ríos)

Y como el agua de ese río que corre cristalino,
puro bajo el puente, con ritmo tranquilo,
creo haber logrado poner calma y una sonrisa
cuando el mundo alrededor está cayendo.

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HA LLEGADO LO MERECIDO
 

No es limosna ni nada parecido
es el hecho cierto de saber que,
al fin ha llegado lo merecido. 

 

Este amanecer de años
límpido de sentimientos
con la sabiduría del cielo
y suave como claro
es una estrella de paz.
 
Tiene luminosidad de alma
sustancia de sol
acogedor amanecer en vuelo de luz
 libertad de emoción
equilibrio de color
magia del bosque
árbol de transparencia
flor del mar
tan cristalina como caracola.
 
Hoy es tiempo de poner remedio
de buscar una estrategia
que torne primavera este camino,
 anuncio de un nuevo aire de mil colores y capullos
y un pedazo de vida dispuesto, a la medida.
 
Si es necesario estar disfrazado
esconder la frente dentro de una gran gorra
hasta fingir ser ciego
 sentado en un umbral
 con un hermoso escrito que hable de un mar
de gotas tantas y tantas que formen
un camino  de esperanza

No es limosna ni nada parecido
es el hecho cierto de saber que,
al fin ha llegado lo merecido.

 
Lucy Coggiola, juglar

 

 

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Y así fue pasando el día
y el final de la historia …
si fuera mago lo adivinaría. 
 

 
 
La bruja y el hada 
   
 
Maruca la bruja buena
y Elea el hada fea
de compras por la aldea
tropezaron con dos atletas.
 
Uno quería en sapo convertirse
para así romper la idea
que el amor es solo belleza,
de Maruca enamorarse
y con ella casarse.
 
El otro convertirse en ogro
y a Elea ofrecerle su hombro
para que ella recostara el rostro
y así en susurros, de dulce modo
contarle su inmenso arrobo.
 
A pasear se fueron
tomados de la mano,
en un prado se sentaron
porque estaban cansados
y mucho habían caminado.
 
Maruca y Elea corrían mariposas
con una endeble redecilla roja,
parecía que nada atraparían …
sin embargo, para su inmensa alegría
tres de ellas resultaron capturadas,
y en el acto transformadas
en tres hermosas larvas!
 
Los galanes descansaban,
mientras el ajuar bordaban,
sin que nada los turbara
sus corazones solo amor rebosaban.
 
Y así fue pasando el día
y el final de la historia …
si fuera mago lo adivinaría. 
 
 Lucy Coggiola 


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Estigmas invisibles del tiempo 
                  
 

Todo está tan claro
como huellas indelebles en el alma.
 
 
 
 
 
 
 
 
Surcos profundos, que trazaron una red,
apasionada y alegre, sentimental y burlona.
Lo lindo, lo feo y lo no tanto.
Y en este vuelo rasante hacia los orígenes,
un reencuentro con todas las encrucijadas de la vida,
y las sendas tomadas…
errores y aciertos que armaron
este equipaje que hoy cargo.
 
Y siendo observadora en vez de protagonista,
encuentro las respuestas a aquellas preguntas
deshechadas por no hallarlas.
 
Y me reconozco, comprendo y acepto
en esos estigmas mi esencia.
Y aflora mi ser puro, real, liviano,
ya cicatrizado, mutado en ser de luz.
…Y en este vuelo reparador, por un diáfano cielo,
sintiendo como calienta el sol,
viendo como florecen y explotan en colores,
los malvones en un balcón,
rosas y jazmines en el jardín,
las glicinas en los patios viejos.
Me doy cuenta donde estaba la paz
cuando como mágica alquimia
pude transformar el dolor en belleza,
pude reconocer
los diferentes perfumes del día
con los ojos cerrados,
el café caliente,
el pan recién horneado de las mañanas…
el pasto recién cortado, la tierra mojada…
el aroma a fresias,
que trae a mi nariz la brisa de la noche,
el olor a ternura de mi padre,
el perfume “a casa” de mi madre
y entonces puedo ser feliz.

                                    

Creo haber logrado poner calma y una sonrisa
cuando el mundo alrededor está cayendo.
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Mi vida
Mi vida ha sido un puente largo, muy largo
de cielo no siempre soleado, ni de andar fácil.
A veces perdía de vista las orillas del río
ese río que hoy corre manso, bajo las maderas gastadas.
He tratado que lo aprendido no muera en mi,
sino de continuarlo en otros seres pedacitos míos,
que son mi sol, mi felicidad.
A la distancia pienso que tan mal no lo he hecho
porque tuve refulgentes estrellas que siempre me alumbraron,
más que estrellas... cometas, que me guiaron,
que iluminaron mi camino,
aún cuando el cielo obscuro y cubierto
me hacía estremecer de miedo.
 
En este continuo viajar,
he aprendido a mantener la calma,
por muy fuertes que fueran los vientos.
Y como el agua de ese río que corre cristalino,
puro bajo el puente, con ritmo tranquilo,
creo haber logrado poner calma y una sonrisa
cuando el mundo alrededor está cayendo.
 
Navegando contra corriente
en ese turbulento torbellino,
surjo incólume de ese caos.
Hoy soy parte de este paisaje tranquilo,
el agua que corre transparente y cantarina,
el puente de maderas rechinantes,
sólidas todavía.
Piedras gastadas,
Que de tanto soportar el roce,
relucen.
Y la pradera, y las flores,
y el cielo límpido, 
todo armoniosamente en su lugar, 
como resultado final.
Y yo, parte indivisible
del paisaje.   

 Lucy Coggiola

 

 

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Dedos que se elevan,

como palomas

en una callada plegaria.

Aquellos dedos sensibles

 

Aquellos dedos sensibles,

acariciantes, suaves;

a la vez con fuerza

inusitada para la creación,

dedos que dan calor, generan vida,

pueden ser pétalo y también espina,

encierran amor, pasión…

pueden herir sin compasión.

 

De repente están recorriendo curvas,

con la suavidad de una pluma…

y al instante se vuelven garras

para impedir la huída.

Dedos frágiles y a la vez ágiles,

que vuelan sobre un teclado,

y arrancan melodías nuevas.

Otros… otros dedos fuertes y toscos,

y que sin embargo,

son capaces de crear

dar vida a lo inanimado.

 

Algunos dedos… dedos negros,

no por etnia sino por elección,

pero de esos …

no hablar,

solo siembran muerte y desolación.

 

Y otros torcidos por los años,

que hablan de lucha con ollas,

con agujas, con pañales, con plantas

con carga …

y que así se volvieron,

de tanto estar en el tiempo.

 

Pero todos, absolutamente todos,

siempre siguiendo una melodía,

suave en algunos casos,

estridentes y rimbombantes en otros,

timbales que ensordecen …

formando parte de la orquesta

que interpreta,

la eterna música de la vida.

 

Dedos que se elevan,

como palomas

en una callada plegaria.

Otros como palos,

se hunden en la tierra

para generar otras vidas.

Dedos de una sensibilidad sin fin,

que aquietan o enardecen.

A veces toman la forma de cuna,

para contener pequeñas criaturas.

Otras muchas,

se vuelven panderetas para festejar,

y en la tristeza poner sonrisas,

como abrigo para el desvalido,

se convierten en puente

para extender ayuda al necesitado,

o en termómetros,

como por arte de magia

para medir fiebre …

 

Dedos sensibles que

de callos se llenan,

 y muchas veces sangran

de tanto pelear la vida.

Dedos mágicos, 

que transforman en abrigo

algunos olvidados ovillos.

Dedos benditos,

sinónimo de vida.

 

 Lucy Coggiola