CONCIERTO DE LA ALBORADA 2015AFILIACIONNações Unidas das Letras

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Navidad... momento en nuestras vidas en que predisponemos el corazón y la mente para reflexionar, para expresarnos, para encontrarnos, para festejar o tal vez... tal vez algunos aprovechen para refugiarse en su interior, solos con su tristeza.
Pensaba en el verdadero sentido de la Navidad, en su simbolismo. Esta fiesta es una oportunidad que tenemos para renovarnos, para salir de nosotros mismos e ir al encuentro con el otro. Compartir de manera diferente e intensa con quienes convivimos a diario, buscar a quien dejamos en el camino por la distancia o por la vorágine de la vida, perdonar con el corazón a quien nos ofendiera, dejar ir a aquellas personas o situaciones que no nos hacen bien, aprender de nuestros fracasos, transformar nuestros dolores en algo necesario para crecer espiritualmente y aceptarlos como parte de la vida humana, no sentándonos en ellos para mirar la vida desde allí...
Navidad. Un niño nace. Un hombre nuevo. Alegría. Se trata de vivir una Navidad recuperando la alegría. No la alegría del desborde ni del despilfarro. Es volver a ser niños, con lo que ello conlleva: alegría a flor de piel, inocencia, asombro, corazón sano y noble. Ojalá recuperemos la alegría de estar acá, con las personas que queremos, hacer lo cotidiano con pasión, trabajar para cumplir nuestros sueños, soltar los malos recuerdos, los resentimientos y fracasos para que formen parte del pasado, desprender de nuestro corazón todo aquello que nos intoxica interiormente y que, a veces, nos arrastra a contaminar nuestro propio entorno. Ojalá recuperemos la alegría de compartir frente a frente y desde el diálogo con nuestra familia, la próxima y la lejana... hojas y raíces unidas. Ojalá recuperemos la paz de la reconciliación con el otro y con nosotros mismos (a veces, la más costosa reconciliación). Ojalá recuperemos la capacidad de ver más allá de nosotros mismos, hacia otros horizontes, ver otras luces y otras sombras y allí, descubrir a quienes sufren, gozan, viven, mueren, crecen, se entumecen, y entonces, desde esa nueva forma de mirar, salir al encuentro generoso del otro. Pensemos en el pesebre, en el despojo... y veamos la necesidad de despojarnos nosotros de nuestras miserias para nacer otra vez, para renovar nuestro espíritu. Ojalá recuperemos el espíritu navideño por nuestra salud interior, por nuestros hijos y nietos, para que inundemos de esperanza este mundo que tanto necesita de la paz, la fe y la alegría.
FELIZ NAVIDAD para cada ti, Joseph, para Sonia y para cada uno de los miembros de Uniletras!
Los abrazo con el alma.

   

Como Miembro Fundador de Naciones Unidas de la Letras, quiero manifestarme en estas páginas con mensajes tendientes a lograr la tan ansiada utopía del ser humano: la PAZ universal. ¿Qué es la Paz sino ese deseo del ser humano, siempre presente, desde los siglos de los siglos? Y mientras muchos anhelan conquistarla, otros tantos anhelan combatirla de mil formas. Por un lado, almas dignas la reclaman, la sueñan, la construyen poco a poco, en un intento por instalarla en lo más profundo del hombre, se hacen carne en ella y hasta dan sus vidas por tenerla. Por otro lado, existen hombres que cometen la ignominia de imponer usos y costumbres que permanentemente sepultan todo intento por alcanzar la Paz. Son los aliados al poder soberbio, abusivo, al inescrupuloso afán de conseguir sus fatídicos planes, ya sea por ansias de poder y conveniencias personales o  por demenciales propósitos. Me uno en esta red global, a todas las voces que la claman, que la construyen, que la veneran. Una de las más comprometidas labores de nosotros, los escritores, es crear conciencia en cada uno de los hombres que escuchan nuestras voces. No tendremos armas de combate sino que seremos pacifistas que difundimos pensamientos vertidos en palabras que conmuevan, que alivien, que cimienten un mundo caminando permanentemente hacia la perfecciòn. Marzo 2012 Carlos Paz, Argentina.


POETAS POR LA PAZ


Marta Golubenko Ferreyra


Tantos vates sofocados
hay de versos adornados,
sin arrojo ni pasiones,
sin entrañas ni visiones,
desoyendo el clamoroso y
noble anhelo del hombre.
Pide el mundo al poeta
que exhale rimas que bramen
en el fin del universo.
Pide coplas hechas carne,
encendidas, seductoras,
convertidas en fragores
por la voz del niño hambriento,
la del hombre moribundo.
Pide cantos por el agua
que se cela y se diluye,
por la tierra confiscada.
Pide gritos de impotencia
por el voto que no elige.
Pide llantos por el hombre
de la celda equivocada.

Únete a cantar, poeta,
por las almas exiliadas,
por quien se ha muerto en vida
deambulando sin derechos,
por el pan que nunca llega,
por el remedio retaceado.
Que sea hoy tu palabra
canto y acto en sinfonía,
la que virtuosas leyes pida,
la que despierte conciencias
y denuncie pudrición.
La que instale sobre el plato
la amistad como alimento
y la palabra conciliada.
Suenen voces que su hundan
en océanos de almas,
redimiendo ilusiones
y conciencias doblegadas.
Voces en coro florezcan
en episodios cotidianos,
que no sean diluidos
por la sinrazón ni el olvido,
en un himno universal.
Tu voz sea la de todos
y repique enaltecida.
Déjala flamear en sueños,
Maquillarse y sumergirse
en insondables corazones,
transformando toda guerra
en alianzas por la paz.

Marta Golubenko Ferreyra
MIEMBRO FUNDADOR
Villa Carlos Paz - Pcia. de Córdoba_ Argentina

MIRANDO, AL SOL
(de Marta Golubenko Ferreyra)

Me gusta estar al sol. Siento los rayitos tibios que me dan en el cuello, las manos y las piernas. Son rayitos que no pinchan, sino que me acarician. Creo que así son las caricias. No conozco muchas. Sólo algunas en la cabeza la vez que me siento en la puerta de la iglesia cuando la gente sale de ahí. Y bueno... por supuesto las mías. Porque yo me acaricio cada tanto. Quién si no. Me paso las manos por las piernas, acá, al sol, cuando me las miro y me quiero sacar las cascaritas. Porque si me rasco, es peor cómo me pican. Tengo las piernas flacas, largas y sucias también. Bah... me dice mi hermana mayor, la Magda, que las tengo mugrientas. Pero ella no sabe que el agua del canal está re fría y por eso mañereo. Claro. Como ella se baña en otro lado con agua calentita, no se entera. Ya la quisiera ver yo metiéndose por la bajadita del patio hasta el agua fría y hedionda, esquivando las bolsas que ya ni siquiera nadan sino que se estancan y amontonan en el fondo. Nada pasa. Ya la quisiera ver!
Acá al sol, veo todo. Me siento sobre el carro desensillado y para no aburrirme, me pongo a contar las bolsas de basura nuevas que hemos tirado en el patio, o veo cómo los chanchos se pelean por una. Habiendo tantas, cómo se les ocurre pelearse por la misma. Para mí que lo hacen de puro malos que son o de desesperados. Tal vez será que no ven más allá de sus narices. Yo no me meto a separarlos porque el barro se me pega todo en los pies y después me tendría que lavar. Con los pies con barro mi mamá no me deja que me acueste. Dice que le ensucio la colcha grande. Y claro. Si se moja ésa, nadie más se tapa. Pero no sé por qué me dice eso si las más de las veces está re mojada y con un olor que ni se aguanta. Claro, a la Soraya no le dice nada que la mee porque es chiquita y como mi mamá no tiene ganas de levantarse a cambiarle el pañal, la deja. El papi, a veces, cuando llega a la mañana y se quiere dormir, insulta porque le mojaron la cama. Y la ligamos todos... como si yo tuviera la culpa. De todos modos, yo corro al patio y me hago que lo voy a buscar al padrino para salir en el carro. Cómo me gusta salir y andar por ahí! Me encanta andar libre por afuera, por la calle, sin nadie que me diga "qué hacés, estúpido", "salí de ahí, tonto". Siempre el comentario acompañado de algunos coscorrones en la cabeza porque me empaco. Aunque pensándolo bien, allá afuera, aunque parece que meto miedo, también me tengo que cuidar. En ningún lado me dejan en paz. Siempre, siempre se la agarran conmigo... porque hice o porque no hice, porque traje o por lo que no traje, por lo que digo o porque no hablé... Cuándo será el día en que me avive y sepa lo que debo hacer. Así me dicen. Que no sirvo para nada. Muchas veces, cuando se agarran entre ellos, ahí en mi casa, yo me vengo acá, al patio. Ya ni los escucho. Porque después me pongo peor. Y sí... cuando me pongo a pensar en los otros chicos, la mayoría de las veces me digo: "Jonathan, no hablés! Vas a terminar mal!" Y para no pensar, cuando todos se van, me meto a la casa, prendo la tele fuerte y me pongo a ver el partido. Eso me distrae un poco. Al menos, dice mi mamá, si me quedo adentro, evito las malas juntas. Las que no se me distraen viendo la tele son las tripas. Si a veces suenan más que el gol. Trato de pensar en otra cosa... pero, en qué? Y espero a que alguno traiga algo para comer. Más de una vez se me dio la loca de querer abrir alguna bolsa del fondo. Ya veo que si encuentro algo, me lo manotean para la Soraya que es la más chica! Ésa algo come. Pero es cierto que si a ella no le dan, el doctor la reta a mi mamá y es para peor porque nunca más le van a dar nada de nada. Por eso la cuida. Yo soy más grande y me la rebusco. Perdé cuidado que me la sé rebuscar. Para eso no soy estúpido. Salgo de día y miro. Miro todo. Aunque no parezca, conozco más del mundo que muchos otros que se pasean por ahí. Bueno... del mundo... de mi mundo, que es el único que conozco.
Pero de eso, no quiero hablar mucho. Siempre me dijeron que es preferible callarse y dejar que hablen los otros.
Los otros... ¿quiénes serán los otros? Porque acá en la villa no entran los otros, salvo alguno cada tantos años. Visitas faltan. Lo que sobran, y vaya cómo sobran, somos los chicos, que no hablamos, sólo miramos y hacemos lo que podemos.
Acá, sentado al sol, espero a que los otros hablen...


Hemos sido capaces de saber transitar desde los mares del lecho rosa hasta el nido vacío y hemos salido airosas. Y todo eso porque estamos llenas de dones, de talentos que nos han sido confiados y que muchas veces han tenido un alto precio. Hemos pagado precios como el sacrificio, la incomprensión, la renuncia a nosotras mismas y muchos otros. Incluso la vida y la muerte a veces han sido el precio de ciertos dones muy estimados. Tenemos todo eso en nuestras manos junto a la mejor medicina, el amor que todo lo alcanza, todo lo abraza y contiene.

Permítete hacer un viaje interior llevando contigo la maleta colmada de recuerdos y emociones. Haz de vez en cuando un peregrinaje por tus sentimientos. Realiza periódicamente una travesía por tu alma. Date permisos para recordar y soñar, para reír y llorar. Permite que, de vez en cuando, te inunde la nostalgia pero acompañada de la esperanza. Conócete, elige lo mejor para tu vida y permítete ser feliz. Recuerda siempre lo mucho que vales y que ser mujer, es una bendición."
Marta Golubenko Ferreyra

Hoy abrí las ventanas de mi casa
Hoy abrí las ventanas de mi casa
para dejar salir la tristeza.
Una ráfaga de aire casto,
diáfano, amoroso,
se llevó consigo
tiempo de dolores,
horas de angustias,
negros fantasmas.
Un rayo de sol me empujó
hacia afuera
y en mi vestido quedaron prendidos
los afectos.
Como flautista de Hamelin,
la caravana de risas saludables
por noches contenidas
purgó los malos recuerdos,
y las manos se alzaron
como pájaros libres
en el festejo de la vida.
Confieso que he muerto
y que he vivido
a través de las palabras.

La ternura se hizo palabra.
El tiempo se hizo palabra.
La angustia se hizo palabra.
La sabiduría se hizo palabra.
Las lágrimas se hicieron palabras.
Hasta el Supremo derramó
su Palabra sobre mí.
Y las vuelco en este
canto por la vida,
que escapó al mundo cuando
hoy, abrí las ventanas de mi casa.


," llevamos en el presente lo que traemos del pasado. Tenemos el poder de transformar, de elegir, de rescatar. De nosotros depende ser una ciudad sitiada o una tierra sin fronteras, habitada por el verdadero "patrimonio" del alma, es decir, por los vínculos y afectos"


Somos origen, identidad y memoria, cuna, hogar, refugio. Somos humus, estrellas y brújulas a pesar de los sacrificios y de las pruebas que pueda ponernos la vida. Derramamos luminosidad aunque la vida nos despeine y con el alma sin maquillaje. Quedarnos quietas o arrojarnos fuera del mundo como si fuésemos un deshecho no nos está permitido porque conocemos que de nosotros depende que no existan las barreras, ni obstáculos, ni umbrales, ni fronteras para crear un presente lo suficientemente satisfactorio que haga que el pasado pierda importancia.

 HAGO EXTENSIVO ESTE MENSAJE  A TODOS LOS POETAS Y ESCRITORES ARGENTINOS A CUYA CAUSA  VIVO UNIDO  Y DE CUYA OBRA HE APRENDIDO A CRECER EN EL MUNDO DE LAS LETRAS.  VOSOTROS HABEIS  SIDO PARTE DE MI EDUCACION CULTURAL  DESDE CUANDO DABA LOS PRIMEROS PASOS POR  EL "CAMPO BLANCO DE UN PAPEL", ¡SALVE ESCRITORES ARGENTINOS PLEYADE INMORTAL DE RUISEÑORES CON ENVERGADURA DE CONDORES.  FELIZ DIA DEL ESCRITOR, Joseph Berolo

ESCRIBE JOSE LUIS CELLI: ILUSTRACION DE MARTA INES GOLUBENKO FERREYRA.


En mi país hoy se celebra el día del Escritor en conmemoración de la muerte del gran Leopoldo Lugones; es por ello que a través de UNILETRAs hemos saludado a todos los que con su pluma y su inspiración pueden desarrollar y expresar en el campo blanco de una hoja de papel  sus sentimientos, sus vivencias, sus sueños, sus ilusiones y  sus pasiones.   Como para nosotros sos uno de los nuestros, quiero expresarte mis deseos que estés gozando de un inigualable día en el que la inspiración aflore con más ímpetu que lo habitual  y sigas regalándole al mundo tu incomparable talento de escritor y tu magnífica condición de hombre. Un enorme abrazo.

"LAS LETRAS SON AVECILLAS QUE CON SU VUELO INVISIBLE
HACEN DE LA NADA TODO Y FÁCIL DE LO IMPOSIBLE.
SIRVEN PARA EDIFICAR, PARA ACORTAR LAS DISTANCIAS,
PARA LIMAR ASPEREZAS, PARA ABRIGAR ILUSIONES,
Y PARA HACER DE LA VIDA EL VIAJE MÁS INCREIBLE"
 José Luis Celli


 

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REDENCIONES
Marta Golubenko Ferreyra

Abrí la puerta de la clínica y desde ese momento preciso en que entré, me invadió un vaho penetrante e incomprensible que me persiguió hasta la habitación. Imbuida en penumbras, como perdida en la profundidad recóndita de una noche oscura, estaba la cama.Cubierta con sólo una sábana blanca que contorneaba el cuerpo inerte, estaba ella. Más de cuatro dolores clavados en su piel y una cascada de cabellos, negros como su mal, le tapaban el rostro. No pude ver su mirada perdida hasta muy pasada la tarde. No sé si era por el sueño profundo que la aquietaba o su intención de que yo la creyera dormida. Me limité a sentir los pasos lejanos de los otros huéspedes y sus visitas, que deambulaban los pasillos del hospital al compás de una llovizna persistente que se desvanecía por los vidrios de la ventana, como lágrimas.----Seguramente traspasaban su cabeza las imágenes fantasmales, turbadoras, pavorosas de esa locura incansable. Cuántos dolores! Cuántas ausencias y soledades! Si hasta los pisos se teñían del color del desamparo. Al mirarla, no dejé de pensar en un animalito agazapado, semiinconsciente y en profundo letargo.----Deseaba yo escuchar sonidos de encuentro, pero no. Un silencio impenetrable sofocaba la pieza. Mi mente repasaba imágenes del espanto reciente. La sangre era de ella; el dolor era mío. Allí, ante mi vista, me castigaba las entrañas. ¿Tanta enajenación puede caber en un ser? ¿Tanto desamor al parir puede expulsar a un niño y condenarlo desde siempre a semejante locura? ¿No basta tanto amor florecido en otro hogar para impedir la pena del abandono? ¿Puede más la locura que el amor?---Allí estaba, con su alma vagabunda, extraviada en alcohol y noches blancas y la mirada perdida en algún pasadizo remoto del que quería yo que regresara. Por momentos, abrió los ojos. Instaló en mí su mirada. Percibí que su corazón se detenía al bordecito del abismo de su piel, y agonizante me pedía que la ayudara a redimirse. Parecía que sus penas iniciaban el éxodo y se apresuraban a escaparse al olvido. Pero luego, gestos de desidia me señalaron que esa vez no sería.---Y así me quedé. Otro día más con la impotencia de no poder rescatarla de su angustia y entregándole mi oración, como único gesto de amor que pudiera liberarla. Y seguirán mis días, uno a uno, suplicándole una tregua al envejecido corazón de esa joven muchacha que no le perdona a su madre, a su padre, a vos y a mí el abandono ni el olvido.

21/10/2012

 Un año ha pasado desde aquel día en que se reunieron los poetas que creyeron en Joseph Berolo y su epopeya. Porque la creación de Naciones Unidas de las Letras – Uniletras – constituye una epopeya en todo el sentido de la palabra. Reúne en sí misma muchas acciones de sus miembros dispersos por el mundo que son dignos de ser “cantados” en poemas gloriosos. Porque entre todos sus integrantes dejarán impresa en la historia de las letras la tradición de cada pueblo, de cada hombre, de cada sentir y hacer universal para futuras generaciones y para regocijo de quienes hoy formamos parte de un sentimiento en común que nos hermana, de un ideal compartido. Ese ideal es que no muera la poesía, que la palabra se recupere, que el sentir de los pueblos se dé a conocer a través de la palabra y desde allí lograr que la lucha por la unidad de los pueblos y la armonía de la humanidad sea una causa universal. Un mismo ideal hizo salir de su tierra hace un año atrás a cada poeta que llegó a Colombia para sumarse en la búsqueda de un espacio, de una agrupación en donde trabajar aunados por la palabra, por esos sueños, por los proyectos, por sumarse en la búsqueda de esos ideales propuestos. Otros, quedamos en nuestro lugar pero con el espíritu en vuelo con ellos, con el mismo regocijo y emoción.

Hoy, la siembra se ha multiplicado. Los miembros de Uniletras se van sumando a diario. Somos coro de poesía que emigra al mundo, aves en vuelo, latidos de ideales en un mismo pulso. Eso somos los Miembros de Uniletras. A Joseph Berolo, Presidente Fundador; Ernesto Kahan, Presidente Honorario; Ady Yagur, Vicepresidente Ejecutivo y todos y cada uno de quienes trabajan denodadamente por Uniletras, mi eterno agradecimiento por permitirme ser parte de esta gesta. Celebro que la aventura de las Naciones Unidas de las Letras esté en marcha. Numerosas han sido y seguirán siendo las acciones en distintos países del mundo que, aunadas en el libro de la historia de la literatura universal, constituirían una magnífica epopeya.

Mi especial gratitud a Joseph Berolo, por ser ese héroe visionario que supo advertir, convocar, congregar, conciliar, esperar, respetar, perseverar y compartir con cada uno de nosotros las alegrías y tristezas que semejante hazaña ha significado. En su figura se encarnan los valores de muchas naciones que él ha convocado. El mundo de las letras, agradecido y la cultura universal se encargará de darle el lugar que se merece.

FELIZ PRIMER ANIVERSARIO, UNILETRAS!  MARTA INES GOLUBENKO FERREYA    


PERRO MUERTO

Desde la cama, sus ojos se hundieron en la espesura de la verde hojarasca del parque. Una esquelética cortina de agua se contornea y se desgrana, en dúctiles acordes, acomodándose entre las hojas y en las canaletas del tinglado. Se amontona en la esquina de la columna y entonces, se desploma con ímpetu, buscando la tierra sedienta que abre sus entrañas macabras, para respirar con gozosa saciedad.---Sale al parque una vez que la lluvia cesa por completo. Baja los escalones que lo separan del galpón en donde guarda las herramientas y hacia allí se dirige. Busca la pala porque aprovechará de cavar un pozo para plantar un laurel próximo al yuchán, que despunta, centinela, en una esquina. Zigzaguea el sector de los canteros con tomates, rúcula, zanahoria, orégano, perejil y romero, y va arrancando uno a uno los asomos de hojitas invasoras, aprovechando la tierra blanda. Faena ancestral. Vuelven a la memoria los recuerdos de la niñez, en el viñedo de su abuelo, cuando solía acompañar a su hermano mayor a hacer el recorrido por la plantación en búsqueda de los mismos adversarios. Pala en mano, rumbea hacia la esquina, dispuesto a proceder con el ceremonial recurrente de esa mañana. Busca la incipiente planta que había preparado y se detiene en el lugar exactamente estudiado para el enterramiento. Clava la pala una y otra vez. Sosegado, pero con la determinación que lo caracteriza, continúa con el protocolo. Como siempre, comienzan a irrumpirlo los recuerdos. En sus ojos melancólicos, aparecen las imágenes. Su hermano, los viñedos, las sandías sembradas con su mujer cada primavera, los pimientos rojos, verdes y amarillos que, en fila, hacían de centinelas, y contribuían con su colorido al verde disímil de la huerta. También los libros, enterrados precisamente allí, sobre cuyos lomos tuvo que sembrar la lechuga cómplice. La pucha... casi que lo había olvidado.
La pala canora se detiene en seco. Quizás haya allí algún pedrusco como los que aparecen en todo el patio, considerando la proximidad del cerro. Pero no. Algo se quiebra. Pronto aparece la osamenta de un perro, sepultada en la parcela. También lo había olvidado. En su evocación, comienzan a agolparse los recuerdos presurosos, como imágenes de una película. Su corazón se aligera, sus piernas se inmovilizan, cierra fuertemente los ojos. Ya no es la quinta su continente.

Escucha el primer compás que detona en la ciudad. Corre su hermana con él en alza. Sus bracitos en el cuello se aferran a la vida. El miedo y el vértigo le desdibujan el paisaje de las primeras casas. Cierra los ojos borrosos. Ya no ve. Estruja el pecho y con sus piernas cierra el lazo en la cintura de su hermana hasta sentir los calambres. Confía en la niña mujer. Corren hacia el refugio, allí donde se "es nadie"."Basta". "Basta"... grita, suplica en el oído de su hermana. "Diles que paren" entre sollozos le implora. Sólo quince segundos necesitan para llegar al refugio. Quince segundos son una eternidad en la guerra; efímeros para una canción.