PRESENTE Y FUTURO DE LA POESÍA:
Del
homo sapiens al homo digitalis
ALICIA CABRERA
Si bien es cierto que cada época tiene su contemporaneidad, se puede considerar que en Colombia
la poesía contemporánea surge alrededor de 1960, cuando sale a la luz un grupo de poetas, cuyos cánones
estilísticos se diferencian de sus más inmediatos antecesores.
Es
así como nace la Generación del boom con García Márquez. Simultáneamente aparece en Cali,
Andrés Caicedo. Luego a finales del 1966, emerge la Generación sin nombre, opacada por la fama de nuestro nobel
y en la que se destacan los nombres de Giovanni Quessep, Elkin Restrepo, José Manuel Arango y Jaime García Maffla,
Hernando Socarrás y Álvaro Miranda. Posteriormente aparecen en el panorama nacional los Nadaistas, grupo conformado
por Gonzalo Arango, Eduardo Escobar, Pablus Gallinazus, Jota Mario Arbeláez, entre otros. Post vanguardistas e iconoclastas
estos poetas rompen con los movimientos anteriores. Casi al mismo tiempo surge la Generación desencantada: Entre ellos:
José Manuel Arango, Giovanni Quessep, Elkin Restrepo, José Manuel Crespo, Harold Alvarado Tenorio, Luis Aguilera,
Darío Ruiz Gómez, José Pubén, Nicolás Suescún, Alberto Rodríguez Cifuentes,
Cecilia Balcázar de Bucher, Nelson Osorio Marín, José Ramón Mercado, Armando Orozco Tovar, Ignacio
Escobar Urdaneta de Brigard, Raúl Gómez Jatin, Jaime Manrique Ardila, Juan Gustavo Cobo y María
Mercedes Carranza.
En las últimas décadas, Colombia
ha producido un significativo número de poetas, entre los que se destacan: Juan Felipe Robledo, Rafael Del Castillo,
Federico Meléndez, Andrea Cote, William Ospina, Federico Díaz Granados, Piedad Bonnett y Sergio Esteban Vélez.
Es importante tratar de precisar, las peculiaridades de la poesía
actual. Hoy se mesura el sentimiento y se explora el lenguaje. Se dicen las cosas de forma novedosa. Se dice y no se
dice. Se intuye. Se contiene el exceso de palabras. Además se han incorporado espacios nuevos, como el aeropuerto,
la terminal, el gimnasio, los centros comerciales. El poeta de hoy da testimonio de cómo se ve y se viven nuestras
urbes. Así mismo, aúna el silencio, el instante y se distancia de lo vivido, para que lo expresado sea menos
evidente, más sugestivo.
Los poetas muestran lo feo, lo que aterra, lo
que angustia, los grandes temas. Emociones que conmocionan, imperfectas, reales, cotidianas, pero con imágenes distintas
al lugar común. No se alcanza a decir, lo que se quiere decir. El poeta tantea, balbucea, sugiere, invoca, formula
preguntas sin respuesta, dirigidas a un interlocutor que es el lector. Uno es, según las circunstancias, según
los diferentes estados emocionales.
La poesía en el presente, se mueve en
diversos frentes, sin que se pueda hablar en ningún caso de una escuela predominante. Incluso dentro de cada grupo
las diferencias son enormes y en muchos casos un poeta se puede adscribir a varios de ellos.
Algo muy contemporáneo es la ruptura de los géneros. Posmodernidad y eclecticismo, en
grupos de bardos extraordinariamente heterogéneos. Confrontación con el poder desde el lenguaje mismo, cuestionamiento
de la autoría o la expresión de una realidad múltiple y multicultural que se asume. Está latente
la preocupación por el lugar del poeta en la cultura contemporánea, los efectos de las políticas neoliberales
en los países en vías de desarrollo. Todo tiene cabida y se yuxtapone, se recrea una visión propia del
mundo.
Se incluyen las comunidades que históricamente se habían
excluido a través de espacios sociales y culturales (indígenas, negritudes, etc.). El poeta escribe su
propia reflexión poética. Es su dolor propio, íntimo, entrañable, pero es también el yo
de un país. Incorpora lectura, improvisación, audiovisuales, performances y música. De clubes y
espacios cerrados, la poesía abrió las puertas y salió a la calle, certámenes de 85.000 espectadores
en el Estadio Olímpico de Roma o los cientos de miles de participantes en el Festival de Poesía de Medellín,
lo comprueban.
En el libro AQUÍ Y AHORA – CARTAS, en
el que se recopila la correspondencia entre el Nobel de literatura sudafricano J.M. Coetzee y el escritor estadunidense Paul
Auster (cuyo título es muy apropiado para esta disertación) este último manifiesta con acierto: “Vivimos
en una época de interminables seminarios de creación literaria, cursos universitarios de escritura (imagínate,
licenciarse en escritura), hay más poetas por centímetro cuadrado que nunca, más revistas de poesía,
más libros de poemas (el noventa y nueve por ciento de ellos publicados por editoriales pequeñas, microscópicas),
competiciones poéticas, poetas de performance, poesía vaquera; y sin embargo pese a toda esa actividad,
poco se ha escrito de importancia”. Las apasionadas ideas que alimentaron las innovaciones de los primeros modernistas
parecen haberse extinguido. Ya nadie cree que la poesía (o el arte) sea capaz de cambiar el mundo. Nadie tiene que
cumplir una misión sagrada. Ahora hay poetas por todas partes, pero solo hablan entre ellos.”…
Coetzee le responde: “Me da la impresión de que a finales de los setenta o principio
de los ochenta pasó algo que provocó que las artes perdieran su papel protagonista de nuestra vida interior…me
da la sensación de que ni escritores ni artistas consiguieron en general salir airosos del desafío que sufrió
su rol protagonista, y que ese fracaso nos ha hecho a todos más pobres”.
Sin embargo, ante este panorama sombrío de muchos autores de culto, soy optimista. Así
como la primavera árabe arrasó con las estructuras caducas de varios estados, así las nuevas tecnologías
y las nuevas generaciones táctiles y cibernéticas, vivificarán, democratizarán y esparcirán
la poesía, como nunca antes se ha visto en la historia de la humanidad.
II
POESÍA EMERGENTE
Un espacio alternativo
Conocedora de las actividades
que desarrolla la Universidad Nacional de Colombia relacionadas con el bienestar universitario para hacer visibles los
talentos de los miembros de su comunidad, presenté el proyecto POESÍA EMERGENTE, buscando promover la
construcción y consolidación de un espacio dedicado a la poesía, como expresión del arte en el
que los poetas jóvenes puedan mostrar su trabajo al público.
Dicho espacio convoca a la escritura y a la reflexión sobre el estado actual de la poesía
colombiana buscando articular el campo universitario con otros de índole similar para dar a conocer la poesía
contemporánea, emergente, no necesariamente joven, lo cual tiene muchas connotaciones.
Igualmente es obligante lograr que la poesía actual tenga su propia audiencia
general y que se conozca entre el estudiantado de todas las instituciones educativas. Hacerlo es abrir interrogantes
creativos que pueden cambiar la vida no solo del individuo en si sino la de la sociedad en general cuando
empieza a preguntarse cosas, a inquietarse, a ver lo que ocurre a su alrededor.
Para terminar quiero citar
una frase que leí
recientemente en un blog: 'El futuro de la poesía no lo deciden ni los premiados ni los académicos, sino los
jóvenes'.