Naciones Unidas de las Letra&Semillas de Juventud



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María Isabel Hernández Salcedo. Nacida en Tuluá (Valle del Cauca), Colombia. Socióloga y abogada, en la actualidad retirada de la labor profesional. Escribe prosa y poesía. Algunos ensayos y poemas han sido publicados en Publicaciones Artesanales ECARES" de la Tertulia Tienes la Palabra "Francia Vélez".  Miembro activo  de la Tertulia del Club de Ejecutivos y participante en varias tertulias culturales  de Bogotá, donde reside. Es  declamadora; fue actriz infantil de la Televisora Nacional de Colombia. En la actualidad se dispone a publicar la genealogía familiar y su primer libro de poemas.


MOVIMIENTOS POST-NADAISTAS Y PRESENTE Y FUTURO DE LA POESÍA EN COLOMBIA

Para referirnos a la existencia o no de movimientos post-nadaistas en Colombia, es necesario en primer lugar, aunque de manera breve, presentar los rasgos característicos del movimiento nadaista y en segundo lugar tratar también el presente y el futuro de la poesía en el país. En efecto, para determinar si después del nadaismo ha habido otros movimientos poéticos, es necesario visualizar, en términos generales, el estado actual de la poesía.

A pesar de que los nadaistas afrontaron en su momento múltiples críticas, desde el punto de vista literario y también social, puede afirmarse que ha sido el último "Movimiento" poético en Colombia. Han transcurrido más de cincuenta años desde su surgimiento, período en el que el mundo ha cambiado a velocidades, ritmos y direcciones diversas, inesperadas y muy rápidas. Aunque los cambios sociales son procesos en general de larga duración, desde los años sesenta del siglo pasado hemos asistido y vivido múltiples cambios que nos hacen hablar más de un "cambio de época" que de una "época de cambio", aunque ya sabemos que el cambio es lo único permanente en la vida social. Precisamente al iniciarse la década de los sesenta se gestó en nuestro país (en 1958) el Nadaismo, movimiento literario difundido, conocido, rechazado por muchos y criticado desde diversas orillas, pero que marcó nuevos derroteros en la poesía nacional.

Las formas de expresión literaria, los gustos, los movimientos culturales y también las preocupaciones cotidianas y las utopías se dan en contextos históricos concretos y es así como este movimiento poético está íntimamente ligado a los múltiples cambios que experimentaba la sociedad de la época, en buena parte debido a los que se dieron fuera del contexto nacional en lo que ya empezaba a ser una "aldea global". El movimiento, liderado por el antioqueño Gonzalo Arango (1931-1976) y al que pertenecieron, entre los más nombrados, Jaime Jaramillo Escobar, Amílkar Osorio, Jotamario Arbélaez y Mario Rivero, rompió muchos cánones estéticos; empezó a utilizar un lenguaje coloquial y a colocar al individuo común y corriente- no un letrado ni un académico- en el centro de un sentir poético básicamente urbano que narraba encuentros y subjetividades con un toque surrealista y existencialista. Se sintonizaron con la cultura de masas y con los medios masivos de expresión y utilizaron palabras que evocaban más imágenes que sentimientos. Sus recursos estilísticos fueron, entre otros, la ironía, el juego, la antítesis y la deconstrucción.

El movimiento caminó a la par del llamado "Frente Nacional", que consistió en un matrimonio de conveniencia entre los dos partidos políticos tradicionales en el país: el liberal y el conservador. Con este acuerdo, trataron los políticos de minimizar en algo la violencia endémica del país, alternándose entre los dos, sin desangrarse, el poder político mientras se iban ajustando y participando de los múltiples cambios que ocurrían en el mundo, especialmente en occidente. En síntesis era un frente apaciguador, que no invitaba a la polémica, en un país que se urbanizaba rápidamente y que trataba de ponerse a tono con la modernidad. En ese escenario, los nadaistas, contestarios por naturaleza, fueron críticos del modelo político y social establecido, a través de la literatura. Su proyecto- contradictorio y paradójico- era desestabilizador del orden existente. Iconoclastas, utilizaron fundamentalmente la palabra para crear una poesía ajena a los cánones clásicos; con un lenguaje procaz plantearon brillantes paradojas que, curiosamente, los medios de comunicación, especialmente la prensa escrita difundieron profusamente. Liderado por poetas regionales, permitía y alentaba la participación poética de la provincia, en contravía del modelo político centralista. De Antioquia, del Valle del Cauca, de Santander y también de Bogotá eran sus miembros más connotados: jóvenes de clase media, no muy ilustrados, la mayoría sin oficio específico, aunque muchos de ellos se ganaron la vida con el periodismo y a la publicidad, sobre todo, cuando tomaron en serio su rol de escritores reconocidos , aunque tal reconocimiento se debió, sobre todo en principio, más a sus escandalosos actos que a su labor literaria; sin embargo, dichos actos consolidaron su fama a nivel nacional e internacional. Espontáneos, aunque no formados literariamente, con atrevimiento juvenil, inteligencia, humor y sagacidad, dieron aire fresco a la poesía, renovando el lenguaje, los temas y las formas. Los unía, además de lo ya expresado, su postura iconoclasta, su origen urbano y pequeño-burgués y la utilización del lenguaje cotidiano y las vivencias diarias en su poesía. Casi sin proponérselo y con ímpetu algo ingenuo, plasmaron en sus poemas, en versos libres, sus dudas, sus afectos y una especie de profano misticismo.

Como movimiento no ha sido continuado o seguido por los poetas que llegaron después; inclusive
muchos poetas posteriores rechazaron el movimiento porque decían que eran más los deseos de subvertir cualquier orden que el de crear uno nuevo, más el escándalo que la producción poética; Un anti-nadaismo flotó un tiempo en el ambiente poético. Posteriormente y hasta hoy, no creo que pueda hablarse de movimientos como tales en el panorama poético nacional, pues la mayoría de los poetas conocidos y reconocidos han trabajado de forma aislada, individualista, más que como grupo, aunque pertenezcan a la misma generación. Algunos de ellos, nacidos entre 1945 y 1955 han sido llamados la "generación sin nombre" o la "generación desencantada", pero no porque marquen una tendencia temática o técnica, un ritmo o una métrica conjunta. Los temas siguen siendo los universales, como el dolor, el amor y la muerte, aunque predominen en Colombia el de la violencia (y la paz) y actualmente se trabaje mucho sobre el de las minorías étnicas y el género. Respecto a esto cabe mencionar que casi ninguna mujer figura en antologías o comentarios críticos de enjundia. Hay mucha poesía escrita por mujeres, pero, salvo dos o tres, ellas están lejos del Olimpo poético. Prima actualmente el verso libre, la mezcla de música, poesía y videos, la poesía urbana, los temas y el lenguaje cotidiano (en esto similar al de los nadaistas) y un surrealismo- tal vez heredado de los mismos- así como la búsqueda de nuevas formas y modos de expresión. Se está regresando a una poesía que menciona anécdotas, discursiva, narrativa, hasta cierto punto prosaica y todos participan de un universo poético donde confluyen figuras de diferentes generaciones, diferentes posiciones ideológicas, diversos gustos y tendencias. Hoy es difícil encontrar una revista o una editorial que aglutine poetas por corrientes o intereses comunes. Sin embargo, a pesar de que no hay movimientos específicos, estos poetas se entrecruzan, interactúan y se comunican entre sí y con otros actores sociales en diferentes escenarios, confluyendo en una gran red de significados y significaciones. Brindan muchas y diversas posibilidades de lectura pues los lectores participan y reinterpretan los poemas; la poseía no es totalmente independiente sino que dialoga con otros saberes. Así, el preguntarse sobre cómo se produce, dónde, cómo circula, quién la lee, brinda una nueva perspectiva, tanto para el que escribe poesía como para el que la lee. La poesía, al ser partícipe en los procesos de creación de imaginarios, símbolos, sueños y deseos, como lo anota Martín- Barbero, se constituye en un dispositivo clave en la construcción de las identidades colectivas. Aunque no podemos hablar de movimientos poéticos específicos, ciertas inquietudes temáticas y estrategias coincidentes de encuentros, permiten hablar de proyectos conjuntos y esto es lo que vemos actualmente entre las varias tertulias de la ciudad (y de otras ciudades). Aunque poco se venden los libros de poesía hay varias revistas y publicaciones que siguen difundiéndola, tanto en la capital como en la provincia, gracias especialmente al apoyo de las universidades, tanto públicas como privadas.

No olvidemos que las tertulias son un factor de aglutinación y pueden ser un factor de cambio en la poesía y en Colombia abundan. Al tener conciencia del oficio se pueden desarrollar propuestas postmodernas, explorar los adjetivos, lograr desplazamientos semánticos, brindar visiones poéticas renovadas y, conservar, como hasta ahora, el idealismo vivencial en el uso de la palabra.

La poesía colombiana actual, nos muestra que lejos de estar agónica, se encuentra llena de vida y dinamismo. Hay nuevas y numerosas rutas en la producción poética: hay visiones ilustradas, trágicas, vanguardistas, mientras que algunos poetas son prácticamente "notarios" de la compleja realidad que nos rodea. En todo caso, la poesía, al expresar el sentir de una época, no está confinada a los versos; lo importante es sentir la presencia de la poesía. Quien lee un poema debe encontrarse nombrado en él de alguna manera; en algún momento de su vida, de sus sueños, de sus experiencias porque el poeta, a pesar de la singularidad de su acento busca la universalidad. La poesía es perenne y como lo expresa Carl Sandburg "La poesía es el diario escrito por una criatura del mar, que vive en la tierra y desea volar".