Nos pintan el altruismo de cielo azul Andra Gabriela Prodea
Rumania Lo que nos faltaba... Algo muy anclado en estos días, de lo cual se platica un montón, y que
es el punto clave de cualquier debate dentro del ámbito de la ética, hace justamente hincapié en nada
menos que el altruismo disfrazado de buenas intenciones. Ese tipo de altruismo que las "naciones filántropas"
se encargan de propagar con la velocidad de la luz, cada vez que sucede una calamidad (como lo son la guerra de Ucrania y
el terremoto de Turquía), con tal de escalar posiciones en términos geopolíticos y procurar que sus ciudadanos
tengan menos quejas de los que están al mando de dichos países, cosa que se manifiesta por encima de todo en
los enfrentamientos electorales. No olvidemos que las cosas se plantean en nuestra sociedad hedonista, pletóricamente
consumista, de la siguiente forma : hoy me tiendes la mano cuando más lo necesito, mañana te tenderé
la mano cuando a ti te haga falta. Es decir, nadie ofrece algo gratuitamente, sin cobrarse esa deuda más tarde que
temprano. Esto se aplica también en la esfera política. Por eso, sin salirnos del ámbito ético,
seguimos dando vueltas alrededor de este fenómeno filantrópico que roza solamente la superficie del problema,
sin adentrarse en las entrañas de este dilema que divide las personas en diferentes bandos, porque siendo un tema ético,
es obvio que cada quien vea las cosas desde un punto de vista subjetivo. Es más, nos resultaría hasta sorprendente
si no ahondáramos en este tema relacionado con el altruismo de doble cara, que engendra mucha controversia, pues estando
en el terreno moral, los ciudadanos europeos tienden a desconfiar de las supuestas buenas intenciones de los lideres políticos
que tienen muchas deudas morales que saldar con su gente (tanto que pareciera que estuviéramos hablando de René
Descartes, el filósofo que colocaba toda la sapiencia obtenida de cualquier otra forma, menos que la razón,
bajo el manto de la duda), que justamente en los momentos más críticos que están atravesando otras naciones,
les da por presumir de un altruismo colmado de inconsistencias, pues es un altruismo contagiado de juegos de poder hasta la
saciedad, y a este altruismo le falta un ápice de purificación sin lugar a dudas, pero como los lideres de las
naciones mas importantes no lo ven por este lado, entonces no es de nuestra incumbencia tachar este altruismo de tener un
impacto positivo o negativo sobre las naciones que experimentan grandes desgracias. Un par de siglos atrás, ya sabía el gran filosofo
británico, Thomas Hobbes, con su intuición de perro sabueso, lo perjudicial que a veces puede llegar a ser la
naturaleza humana, describiendo al individuo como "homo homini lupus est" (el hombre es lobo para otros hombres).
Y no se equivocό del todo. Porque estamos viviendo unos tiempos forrados a tope de desastres e infortunios, tanto naturales,
como perpetrados por el ser humano, y en medio de todos ellos, podemos percibir una ola incesante de ayuda humanitaria, ¿
pero a qué precio? Porque
el ser humano moderno aprendió muy bien su lección, en lo que se refiere a que nadie es tan apoteósicamente
generoso como para concederle lo que más le hace a uno falta, sin pedir nada a cambio. Esta lección de vida
se aplica en todas las circunstancias posibles, sin excepción alguna. No puede ser que de la nada, tan desconcertantemente,
los instintos altruistas de lideres oriundos de diferentes países del continente europeo se hayan despabilado, poniéndose
en marcha al unísono, como si el altruismo fuese un botón que pulsamos de inmediato, cada vez que algo de proporciones
épicas sucede a nuestro alrededor. En mi país, por ejemplo, cuando se desató la fulminante guerra en Ucrania, llegaron miles
de voluntarios de todas partes de Rumania, sin importar mucho la edad, con el mero propósito de mitigar al menos un
poquito la desesperación de las madres que habían traído consigo a sus temblorosos retoños o a
las abuelas octogenarias cuyos pies helados ya no podían dar un paso más. Lo que ocurrió fue lo siguiente:
sin tener la más remota idea de que detrás de ellos había sido colocada una cámara de vigilancia,
a un par de voluntarios bastante jóvenes que charlaban el uno con el otro muy a gusto, se les fue la lengua por chismosos
y soltaron toda la sopa, diciendo que lo que ellos hacían era nada mἁs que un pasatiempo, para no aburrirse,
lo que enfureció a muchísima gente, pues se llegό a pensar que aquellos voluntarios no tenían ni
el menor ápice de altruismo, y por ende, no estaban aptos para el cargo que se les había designado. Esto no significa que los demás voluntarios
hayan procedido de la misma manera. Puede que sea tan sόlo un caso aislado, ¿quién sabe a estas alturas
de la situación? Pero lo que sί nos cayό encima como un balde de agua fría fue la apabullante confesión
de aquellos voluntarios, probablemente seleccionados al azar, sin indagar si cumplían con los requisitos de un voluntario
fidedigno, agarró de sorpresa a más de uno, (a pesar de no que había ninguna prueba contundente para
afirmar categóricamente que se trataba de más casos en los cuales los voluntarios actuaban cortados por la misma
tijera), esto sί influyó mucho en el concepto que tenía la población rumana de los voluntarios,
y de una manera meramente peyorativa. Pero volviendo a unos párrafos mas arriba, no todos pueden ser colocados en la misma olla. Sin embargo,
en lo que concierne la feroz guerra de Ucrania y el desbaratante terremoto de Turquía, a muchos países del continente
europeo y fuera de él, se les despertó el altruismo al mismo tiempo, cosa que no solo engendra un puñado
de dudas al respecto, sinoi que también coloca en una posición vulnerable a los países que no mandaron
refuerzos al instante. Por lo general, podemos apreciar que la mayoría de países pertenecientes al bloque europeo
se apresuraron en hacer derroche de su altruismo instantáneo (como si el altruismo fuese una varita mágica que
sacamos del bolsillo para esparcir el bien por doquier), pero en realidad lo que de verdad mueve a estos países a comprometerse
a enviar ayuda a dichas causas humanitarias es fomentar e intensificar la buena relación geopolítica entre tales
naciones, bajo el paraguas de la empatía y el altruismo muy bien disfrazados, para que no quepa ninguna duda de sus
buenas intenciones. O sea que el altruismo no surge de una fuente intrínseca, de unos valores bien inculcados, como
debería de ser, sino que es el vivo reflejo del mejor postor. El país que se arriesga a dar a manos llenas lo
que sea necesario en este tipo de casos de máxima urgencia es el país que se gana el respeto en términos
políticos de la Unión Europea. Que no se malentienda que estoy en contra de que ciertos países sean solidarios y puedan proporcionar
ayuda a las causas humanitarias, sino todo lo contrario: lo que realmente dificulta seriamente las cosas es que, detrás
de la ayuda humanitaria de hoy en día, se esconden unos intereses políticos que entorpecen realmente el trabajo
de aquellas fundaciones que están bien lejos de la hipocresía, del embuste y las cortinas de humo que hacen
buena mancuerna al ser utilizadas para "quedar bien' ante los ojos del bloque europeo. El verdadero altruismo es aquel
del cual no se hace alarde en frente de alguien, sino que surge desde muy adentro, y que no tiene como condición "sine
qua non" gritarlo a los cuatro vientos, para que oigan hasta los que tienen los oídos tapados. Estos países aliados que hacen buenas
migas no escatiman en gastos cuando se trata de despilfarrar a lo grande y de esta manera obtener la chance de posicionarse
en un mejor ranking en términos geopolíticos, pero fracasando en el terreno moral y ético. Porque podrán
estos países lucirse como "países filántropos", pero en realidad es solo una fachada provisoria
para ganar puntos y escalar posiciones a nivel europeo y global, porque todo se establece y se determina a punta de alianzas
geopolíticas, pues ningún país es autosuficiente, y es justamente por eso que no les importa mucho pisotear
el verdadero significado del altruismo, con tal de moldearlo a su favor, y no estarán conformes hasta no dar con el
resultado anhelado. Es
más, cuando se trata de sociedades en donde el pluralismo juega sus mejores cartas, es aún más difícil
que el altruismo pueda desempeñar un papel decisivo y contundente, pues cada persona/sujeto tiene su proprio punto
de vista y ciertamente por eso, sin ir más lejos, son los políticos los que agarran el timón en la mano
y navegan entre aguas turbias, sin contar para nada con la voluntad de los ciudadanos de dichos países, que pesan menos
que unos platos desechables. Entonces, son los políticos los únicos que se encargan de suministrar el altruismo
a cuentagotas, y cuando surge algún imprevisto, como el terremoto que sacudió Turquía desde raíz,
se ponen las pilas en un abrir y cerrar de ojos, con tal de quedar bien ante las demás naciones que compiten entre
ellas, como pavos reales que deslumbran con su belleza artificial, desplegando sus plumas a diestra y siniestra. En esta competición implacable, donde
los países europeos están propensos a invertir a manos llenas, sin fijarse en la magnitud de lo que van derrochando,
el altruismo sirve como la mejor fachada para ganarse una reputación intachable y quizás para limar asperezas
con la mayoría de los ciudadanos europeos que perciben desde muy lejos el olor a altruismo de doble cara/ doble moral.
Pero están atados de manos y pies, ya que los que juegan a ser el hada madrina de las naciones doblegadas por la guerra/el
terremoto son precisamente los lideres que a punta de mostrarse benévolos y dadivosos a más no poder, se dan
el lujo de ser "alpinistas políticos", como dijo un gran pensador. Y no se detendrán aquí...Lo que nos incumbe a nosotros
es desenmascararlos a pleno día, de no caer en la trampa que nos tienden esta manada de lideres, de no tragarnos sus
mentiras infinitas. Sόlo así podremos escapar ilesos de esta encrucijada, de esta maraña de mentiras que
de altruismo ni pinta tienen, y hacer que la Unión Europea vuelva a ser confiable y pueda sostenerse sobre valores
y principios verdaderamente sanos en esencia.
A la Vida no le tiembla el pulso para despojarnos
de ella misma Tenemos
que crear un vίnculo verdaderamente fuerte entre nosotros, hermanos en el infortunio, de la misma
raíz , con plena consciencia de lo arrebatadora y solapada que es la vida que no vacila en darnos
un golpe de gracia cuando menos uno lo espera. Andra Gabriela Prodea Me cuesta un
montón creer lo inconmovible que es la vida cuando se trata de pasar página sobre nosotros mismos. ¿Qué
razones tendrá la vida para no defender a capa y espada a sus pasajeros mἁs fieles y que tienen mucho por aportarle
a este mundo? En cambio, nos deja completamente plantados ante un futuro incierto, a merced de los vientos inclementes, para
compartir nuestras vivencias con los malhechores y rufianes del mundo. Es cruel sentir cómo
nos toca convivir con los rufianes aquί en la tierra, y ver nuestra naturaleza humana sumergida en los altibajos
de un doble infierno - y quién sabe (porque nadie es adivino en cosas que pertenecen al plano metafίsico)
si también nos viene alcanzando la misma desdicha tras despedirnos de este universo donde ya bastante hemos padecido.
Serán designios del destino pero nos abruman y nos dejan un tan mal sabor tratando de averiguar el porqué
de semejante cadena de sinsentidos Pero, al mismo tiempo, estamos propensos a saborear sadicamente
el no hallarnos solos en este mundo de fieras salvajes; tras los atropellos que nos infringiό el azar quizás
por querer enseῆarnos por las malas que la vida tiene su lado oscuro. Viene así el deslumbrantemente sombrío
ante tanto ensañamiento injusto. Es que hay seres tachados desde la cuna, sin rumbo alguno hasta
que baja el ύltimo telón sobre el escenario donde fueron escogidos para interpretar el papel de títeres
y fantoches. Para ellos no existe un guiόn en especίfico, ni renglones por memorizar y llevarse un par de
aplausos que les llenen la barriga para matar el hambre al menos por un momento. En
lo personal, me daría tremendo disgusto ser tripulante de un buque sin rumbo fijo por mares de desventura. ¡Vaya
partida de tripulantes de un buque forrado de adversidad!. El destino mismo intentό en mἁs de una ocasión
propasarse conmigo y como seguί mi camino sin mirar atrás-. entonces me propiciό tremenda represalia:
se burlό a mἁs no poder de mis sύplicas cuando de rodillas ante él me quedé con la cabeza
agachada de tanto rogarle que no se atreviera a borrar de un sopetón los trazos que a duras penas me empeῆé
en esbozar para saber a ciencia cierta hacia dόnde se disponían mis pies a desplazarse. Sin mἁs dilación
y aplazamientos,riéndose a carcajadas,me dejό desamparada tras borrarme todas las señales que me conducían
hacia mi futuro paradero. Qué buena onda que he podido seguir viva y coleando,y encontrar
en muchos de mis hermanos de lucha, compañía y consuelo mutuo!. Si tan sόlo nuestra
mente estuviera enfocada en no dar marcha atrás, rechazando en primicia tan particular del destino, enb vez de
sentarnos en primera fila a contemplar las malas rachas que llegan omo pan caliente a quienes no saben diferenciar entre su
propio dolor y las trampas en las que uno cae hasta ver llegar el ύltimo aliento. Por
eso mismo digo: No nos dejemos tildar de despesperados ante los ojos penetrantes del azar, que no hay razón
para ir mendigando a diestra y siniestra, reclamando lo que nos pertenece por derecho inalienable, como seres humanos:
un roce de manos, algún que otro abrazo fraternal, un beso en la mejilla, una vorágine de sentimientos mezclados
con la cucharra del corazón; las malas jugadas del destino deben recibir un contra-ataque, un alzamiento de banderas
blancas, un motín de ímpetus y agallas, para que ni seamos convertidas en carne de cañón
ni moneda de cambio. No es justo que nos den donde mἁs nos duela y nos quedemos de brazos cruzados.
Como humanos que somos. es natural venirse abajo de vez en cuando. Sin embargo, hay
que desbaratar la larga cadena de infortunios ῆos que nos nfringe el destino, coser de nuevo las heridas y andar con
pies de plomo sin perder los estribos, sin desvanecerse en el intento.
Tenemos que crear un vίnculo verdaderamente fuerte entre nosotros, hermanos en el infortunio, de la
misma raíz , con plena consciencia de lo arrebatadora y solapada que puede ser la vida que no vacila en
darnos un golpe de gracia cuando menos uno lo espera. Duele sentir que la justicia y los principios se han perdido
cuando de honradez y objetividad se trata. Pero como un clavo saca otro clavo, entonces ya no hay razón
para vivir al borde del abismo. espantados por las jugarretas y vilezas de un destino que nunca se apiadό de sus víctimas
sino que supo dόnde darles el golpe mἁs bajo. Pero uno se va forjando y fortaleciendo con cada
golpe sacando valentía y agallas para que eso no suceda nuevamente, al menos
a los seres de buen corazón y alma de aprendices eternos que siempre se aferran a la vida aunque esta
los dosconozca. Andra
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